Todos somos Lleida

Sr. Director:

Delante la situación en la que nos encontramos, haría un llamamiento a la solidaridad. Como empresario, mi lema sería buscar más recursos para personas que no disponen de los necesarios, ya que las personas con más recursos económicos se han ido a la montaña o a la costa. Mi pregunta es: ¿en qué condiciones alimentarias viven estas personas? Los que van cada día al supermercado no tienen problemas, pero, ¿y los que no tiene recursos, qué harán? Por ejemplo, las familias sin papeles que hasta ahora sobrevivían con algún trabajo, ya sea cuidando a alguien o bien haciendo un remiendo.

Pero, ¿ahora qué? Hay soluciones prácticas. Propondría alguna solución. Tenemos toneladas y toneladas de fruta en cámaras que al empezar la campaña se tiran, productos que están a punto de caducar, aceite que no tiene salida o también hay los donantes de alimentos, entre otras cosas. ¿Por qué no abren de 7 a 9 de la mañana las iglesias, los hoteles, pabellones o colegios y montan un suministro de fruta, bocadillos envasados y leche? En cada entrada de estos establecimientos pondría a disposición esa comida para la gente que la necesita.

Tenemos que pensar que las personas mal alimentadas son las más vulnerables y tienen muchas más posibilidades de desarrollar el virus, y con esto no quiero decir que tenga que ser gratis al 100 por 100, se puede compensar de muchas formas. Lo importante es solucionar parte de problemas que puedan generar de nuevos, por ejemplo, robos. Si somos capaces de montar eventos como el Aplec del Caragol, alimentando cerca de 10.000 personas, si nos ponemos todos en marcha, ¿a cuántos alimentaríamos? Perdonen que lo repita, pero la alimentación es uno de los mejores medicamentos y no todos estamos al alcance de ella, como la vitamina C, que la encontramos en la mayoría de las frutas.

Cuando hablo de las iglesias es porque están situadas en puntos estratégicos de todas las ciudades y podemos encontrar esperanza y luz. Como dice Juan 8:12, “el que me sigue no andará entre tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”. Antiguamente cuando había un problema la iglesia era el sitio de refugio. No importa la religión que practiques ni el color de la piel, importan las personas menos favorecidas, ya que todos somos humanos y entre todos haremos una Lleida más luminosa y solidaria, llena de esperanza y paz.