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El capitalismo mata en las residencias de personas mayores

Militante del PSUC

CARTA AL DIRECTOR

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Sr. Director:

No se puede olvidar que la puerta de las privatizaciones se abrió el 10 de abril de 1997 con una ley aprobada en el Congreso de los Diputados y gracias a los votos del PP, PSOE, CiU, el PNV y Coalición Canaria.

Solo en la Comunidad de Madrid, desde que empezó la pandemia, han muerto más de 10.000 mayores en las residencias. Si a estos ancianos, cuando se notó que habían dado positivo, los hubieran llevado a los hospitales, muchos se hubieran salvado. Pero el gobierno de la Comunidad de Madrid ordenó no hospitalizar a los ancianos y dejó que se murieran en las residencias solos y abandonados sin el calor de sus familias.

La condena a una muerte indigna es el negocio de las residencias privadas de ancianos. Que no haya impunidad para los responsables de las muertes en residencias.

La competencia sobre las residencias es exclusivamente de las Comunidades Autónomas. El 80% de los fallecidos en marzo que vivían en residencias no fue trasladado a un hospital. Es la conclusión de casi todas las investigaciones sobre lo sucedido durante la pandemia. Des de hace mucho tiempo, las familias de los ancianos y los trabajadores y trabajadoras venían denunciando la precariedad de las residencias. Las empresas aumentaban el beneficio de su gestión mediante el hacinamiento de los residentes. La mala alimentación, la mala atención sanitaria, los cuidados insuficientes, la reducción de las plantillas, escasez de equipos de protección y las pésimas condiciones laborales y salariales, los empresarios no las atendían. Solo se interesaban por las grandes subvenciones de dinero público y sus fabulosos beneficios.

Cicerón, escritor y político romano, dijo: “La única Ley de la naturaleza es la que no obliga a no dañar a nadie.” Se merece ser tratada con dignidad humana toda esta generación que hoy jubilada del trabajo, pero no de la vida, ha estado trabajando de sol a sol, creando el reino del trabajo en la Tierra y no en el cielo. Los que nunca hicieron nada son los que se están beneficiando hoy del producto de las personas.

Para crear riqueza, decenas y centenares de veces en el transcurso de sus vidas, se enfrentaron al capitalismo opresor para liberarse de los crueles sufrimientos a los que estaban sometidos y hacerse dueños de su propio destino. Pero la mayoría de las veces fueron humillados y tuvieron que emprender la retirada, guardando en el fondo de su alma el dolor, la ofensa, la desesperación y la ira, levantando la mirada hacia el cielo, donde la religión le había prometido que encontrarían la salvación.

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