Nobleza de la imperfección

Juan Carlos Abril

En busca de una pausa

Pre-Textos, 83 p.

Juan Carlos Abril (Los Villares, Jaén, 1974), tras un silencio poético de once años, inaugura con este nuevo libro un sabio modo de aceptar la madurez creativa. Crisis (2007) abundaba en lo irracionalista, si bien un hilo de concreción conceptual establecía un rumbo indistinguible. Ahora podemos decir que Abril, al margen de toda su labor crítica, los estudios y antologías sobre sus maestros Luis García Montero, José Manuel Caballero Bonald o Francisco Brines, aporta ya toda una noción propia de lo que implica llegar hasta el límite en cuanto a la idea de aunar pensamiento radical y armónica composición lírica. Lo hace a través de poemas largos cuya característica común y esencial es la existencia de un sorprendente personaje entre desengañado y romántico, entre dueño de todos los recursos creativos y perpetuo aprendiz. Los versos de esta obra juegan a crear un habilidoso magma con el dominio delicado del encabalgamiento y la acertadísima variedad de la medida métrica. La originalidad, pues, se halla en esa voz que se las ingenia para habitar siempre un fondo fundacional y fundamental, que nunca deja indiferente. Ese río en el que quedan amalgamados muchos registros y mundos aparece con suavidad, no es jamás forzado, pero hipnotiza.

El gran logro de esa maquinaria formal es conseguir engarzar una suerte de oscilaciones de mensaje hondamente reflexionadas. Estas oscilaciones dan la medida de una conciencia de vuelta de casi todo. Si creíamos que esa luz se hundía en la nada, súbitamente luego se alzaba indescriptiblemente. Gran traductor de Pier Paolo Pasolini, Juan Carlos Abril en su poesía se mira sobre todo en los poemas de madurez del italiano. Ambos consiguen que cada verso module de forma fractal la realidad toda, como marcando un bajorrelieve ineludible entre lo vital y lo oracular. Porque ésa ha sido la ambición de Abril: abarcar todo un gran elenco de pasadizos y estallidos que se quieren globales. Así, el rebelde se une al sensato que pretende sopesar todas las posibilidades existenciales. Ése es el fragor de este poemario, la ambición que se conquista a sí misma en un guiño. Hace tiempo que comenzó a germinar un universo en este poeta. Cada poema enfoca de forma diferente la posibilidad de ser valiente en nuestros tiempos actuales. Cada poema es un gran armario lleno de múltiples resortes donde esperan las palabras para saltar como chispas endiabladamente inteligentes. Juan Carlos Abril consigue a lo largo de esta labor intensiva no abochornar al lector. El mismo tono del principio nos sirve para encontrar fascinaciones. Aquí se ha descrito el grito callado e imperfecto en el que consiste la existencia para aquel que ofrece el crear. Instaura tal cantidad de lazos con el lector que la cadencia implacable nos habita como un rodaje. En definitiva, Abril aconseja soterradamente entrar en nuestros propios errores con un alma de libertad, como si se abriera entonces un territorio nuevo y peculiar. He aquí un libro que de mil maneras nos obliga a concretar nuestros ámbitos morales, como si la experiencia artística, extrañamente alejada de la cotidianidad, tuviera mucho que decirnos sobre caídas y salvaciones