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Un viaje alternativo por el mundo de las lenguas

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El periodista y lingüista holandés Gaston Dorren ha destacado por publicaciones como New Tongues (1999), ensayo sobre las lenguas de los inmigrantes en el Benelux; Language Tourism (2012), una gran gira por cincuenta y tres idiomas europeos; A linguistic staycation, 2016, manual sobre su lengua materna, y en último término, y de manera muy especial, por su ensayo Lingo (2017). Ahora, tras Lingo, Gaston Dorren sorprende al lector con un minucioso y exhaustivo estudio que amplía el marco de análisis iniciado en su exitoso ensayo anterior. Si en Lingo ahondaba en el estudio de las más de sesenta lenguas que se hablan en Europa, en Babel focaliza su estudio en veinte lenguas que él asegura son las que cualquier persona necesitaría para poder conversar con las tres cuartas partes de la población mundial. De esta forma, el lingüista abre al lector todo un universo de posibilidades y de anécdotas que van más allá de las características de una lengua y de la adquisición de la misma.

No falta en la exposición de Dorren el espíritu didáctico. Así, sus alusiones a la gramática y al vocabulario de las distintas lenguas objeto de estudio se acompañan no pocas veces con un pragmático cuadro sinóptico donde se indica su designación oficial, la familia de la que proviene la lengua en cuestión, sus grafías, su gramática, su fonética, el influjo de extranjerismos y préstamos o sus caracteres distintivos y peculiaridades. Todo ello acompañado por el ahondamiento sistemático de su historia, su origen o su situación geográfica, y de todos aquellos intereses sociopolíticos que han hecho que determinada lengua ocupe un determinado lugar en el contexto general. El estudioso holandés nos adentra así en el organigrama de un ensayo que elude, con sabiduría divulgativa, la tipología del manual farragoso o del público eminentemente especializado.

Como decíamos, si en Lingo Dorren se atrevía con la disección de algunas lenguas europeas y se divertía proponiendo al lector un viático en el que hablaba de las rarezas de éstas, de su tradición literaria y de sus singularidades sociolingüísticas –como la que afirmaba que el español sonaba a sus vecinos como disparos de metralleta o la que hablaba del complejo de Edipo del francés versus su lengua de origen–, ahora, en Babel o La vuelta al mundo en 20 idiomas, analizará no pocos motivos sociolingüísticos desde una perspectiva más singular y periférica. De esta forma, su bisturí crítico se centrará, por este orden y de menos a más hablado, en los idiomas siguientes: vietnamita, coreano, tamil, turco, javanés, persa, punjabi, japonés, suajili, alemán, francés, malayo, ruso, portugués, bengalí, árabe, hindi-urdu, español, mandarín e inglés. Con dicha focalización el lector descubrirá peculiaridades varias como la riqueza de los ideófonos en el coreano y el vietnamita, la vigencia de las lenguas francas, o verá de qué modo idiomas como el suajili o el malayo, surgidos como “lenguas comerciales”, se convierten en “lenguas de la administración”. En este sentido, el libro hará hincapié muy a menudo en la relación entre lengua y poder, recabando que la perdurabilidad de muchas de dichas lenguas está íntimamente relacionada con el imperialismo: por ejemplo, el árabe difundido gracias al califato medieval; el mandarín y su expansión gracias a las distintas dinastías chinas; el turco y la expansión otomana; el español o el francés a través de sus colonias, etc. Pero seguramente la mejor reflexión que ofrece Gaston Dorren en Babel es la atención de una mirada crítica que muestra un respeto incuestionable a todas las lenguas por igual. Su lente crítica admite pocas dudas: la pérdida de la vigencia de una lengua implica no solo la desaparición de un conglomerado de conocimientos codificados en palabras, sino que significa también la desaparición de las sutiles estructuras de los mundos en los que vivimos y, en su extremo, la pérdida de identidad de todo un pueblo. Dorren revela así el verdadero sentido de su ensayo: la perennidad de las lenguas como garantía de la perdurabilidad del imaginario de toda civilización. Todo un tour de force que muestra el poder iluminador de la palabra.

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