¡Embarazada! en 'Pobre Diabla'
Tras hacerse unos exámenes médicos, Marcela confirma sus sospechas: está esperando un hijo de su amado Ariel.
Cada día que pasa, Ariel está más convencido de que alguien intenta acabar con él y, también, con su esposa. El joven se siente inseguro en su propia casa, cree que alguien les vigila. «No pueden ser casualidad todos los ‘accidentes’ que hemos tenido Marcela y yo», piensa Ariel en soledad. Convencido de que sus temores no son infundados, Ariel reúne a los miembros del clan de los Mejía Guzmán para hacerles partícipes de sus claras sospechas.
Solo ante el peligro
Como era de esperar, doña Roberta no toma en cuenta las palabras de su nieto. Y Diego, quien está detrás de los intentos de asesinato junto con Bárbara, intenta hacer que Ariel desista de su idea de seguir investigando qué está sucediendo: «Eso de que están intentando mataros es una absoluta estupidez». Ariel se va de su cita con los Mejía Guzmán tal y como vino, sin ningún apoyo.
Ariel se siente frustrado y tiene miedo. No puede creer que haya alguien que le odie tanto a él y a Marcela como para querer verlos muertos. Le parece increíble que el odio de alguien llegue hasta este límite. Por el momento, decide guardarse sus sospechas y no compartirlas con Marcela. No quiere asustarla más de lo que ya está.
Por otro lado, María Elena es consciente de que Ariel nunca se fijará en ella, por lo que decide poner sus ojos en otro hombre que si la quiera y la valore. A María Elena no se le ocurre mejor candidato que Luis Eloy, el exnovio de Marcela. Este último, despechado por el rechazo de Marcela, termina cayendo en los brazos de María Elena. «Quizá ella me haga olvidar tanto dolor. Es momento de concentrarme en mí», piensa el muchacho.
Comienzo complicado
La alegría de Luis Eloy dura muy poco. Concretamente, hasta que Joaquín le muestra las fotografías en las que aparece María Elena muy cariñosa con Ariel y en una actitud sumamente romántica. Las mismas imágenes que salieron hace algunas semanas en una revista y que encendieron los celos de Marcela. Con las instantáneas en la mano, Luis Eloy le pide explicaciones a María Elena: «Quiero saber qué significa esto y, por favor te pido, no me diga ninguna mentira».
A María Elena no le queda más remedio que contarle a Luis Eloy la verdad sobre lo ocurrido: «Esas fotos son un montaje ideado por Emilce. Quería que doña Roberta pensase que Ariel y yo éramos novios. Así dejaría de creer que Ariel y Marcela tenían algo más que una amistad».
Explicaciones tardías
María Elena sigue con su relato y le cuenta a Luis Eloy que ella se prestó al juego porque a cambio le pagaron unos días de vacaciones en San Sebastián y, además, le dieron una cuantiosa suma de dinero: «Te prometo que no hay nada entre Ariel y yo. Él nunca llegó a hacerme caso de verdad». Luis Eloy pone da crédito a las palabras de María Elena, pero le pide que nunca más vuelva a mentirle: «Quiero que esta relación sea sincera y transparente, no más mentiras».
Sospechas reales
Al día siguiente, Marcela sigue sumida en una honda preocupación. Ahora más, ya que sigue sospechando que está embarazada. Sus inseguridades la internan en un profundo temor. No se atreve a visitar a un médico que la saque de dudas sobre su estado. Finalmente, envalentonada por su amiga Chepa, la joven Morelli se lanza a visitar al doctor Renato, antiguo amigo de su difunto esposo.
Quiere que el médico la examine y, de una vez, le confirme si está esperando o no un bebé.
El mundo es un pañuelo
Lo que Marcela no sabe es que Renato, además de amigo de su fallecido esposo, es el amante de Bárbara, la misma mujer que, con ayuda de Diego, contrató a Garabano para matarla a ella y a Ariel. «Dentro de unos días sabremos si estás o no embarazada», le dice Renato a Marcela, tras hacerle los exámenes pertinentes.
Pillados
Cuando Renato llega a casa, encuentra a Bárbara en compañía de Garabano. La mujer no ve otra solución que mentirle a su amante acerca de la presencia del hombre en el apartamento. «Es un amigo con quien tengo entre manos varios negocios», le dice Bárbara a Renato cuando Garabano se marcha de la vivienda. Renato se muestra algo sorprendido, ya que Bárbara jamás ha dado un palo al
agua y duda sobre la veracidad de las explicaciones de su amante.
Bárbara se encuentra entre la espada y la pared. Sus confesiones se contradicen y esto saca de quicio a Renato, que lo único que quiere es una explicación con fundamento. Desesperada, Bárbara no encuentra otra salida y le cuenta la verdad a Renato: Garabano es el asesino a sueldo que ha contratado con ayuda de Diego para matar a Marcela y a Ariel. El médico no puede creer lo que acaba de decirle su amante.
Pensando en el dinero
Por su parte, Garabano ha escuchado detrás de la puerta de la casa la conversación entre ambos. El hombre no piensa permitir que Renato acabe arruinando el negocio que ha hecho con Bárbara y Diego, por lo que decide acabar con el doctor antes de que este obligue a Bárbara a renunciar a su idea de asesinar a la parejita feliz.
«Espero un hijo»
Pasados un par de días, Marcela ya tiene la certeza de que está esperando un hijo de su gran amor, de Ariel. La joven intenta dar con su marido para compartir con él la noticia de que el fruto de su amor viene en camino. Marcela no logra encontrar a su esposo y, dudando de la lealtad de este, piensa que podría estar con otra mujer. Conforme pasan las horas, su desesperación va en aumento y Marcela llega a desear no haberse casado nunca con Ariel. «Unir mi vida a la suya es el peor error que pude haber cometido», dice entre lágrimas.
Realidad paralela
Por su parte, Ariel se muestra bastante preocupado, pues no sabe cómo convencer a su madre de que todo lo que ha oído tantas veces acerca de su relación con Marcela es falso. Creía que con las fotos de San Sebastián en las que aparece con María Elena, había logrado hacer desaparecer las sospechas de Alma, pero se equivocaba. La mujer sigue creyendo que su hijo ama a Marcela y no hay nadie que le saque esa idea de la cabeza. Ariel le miente a su madre asegurándole que, aunque ahora su relación con Marcela es mejor que al principio, eso no significa que la ame. «Solo hemos aprendido a respetarnos.
Nada más», sentencia el joven. Alma, que está agotada de tratar el mismo tema con su hijo una y otra vez, desiste y finge creer en sus palabras: «Está bien, no volveré a preguntarte por este tema si es lo que quieres».
«Quiero la verdad»
Lo cierto es que Alma no solo está preocupada por Ariel. La mujer se muestra cada día que pasa más desanimada y triste. Desde que llegó a Venezuela, todo han sido problemas y su salud ha empeorado, aunque no se lo ha dicho a Ariel. Alma teme morir y dejar a su hijo a merced de la manada de lobos que son los Mejía Guzmán. «Dios mío, solo te pido que me des fuerza para aguantar», dice la mujer.
Pesar de madre
Otra de las grandes preocupados de la mujer es el continúo despilfarro de su hijo. Desde hace un tiempo para acá, Ariel está gastando importantes sumas de dinero de la herencia que le dejó su difunto padre. Alma le recuerda a Ariel los más de treinta años que estuvieron viviendo en la miseria y le pide que sea más prudente con respecto a sus gastos.
Confesión final
Posteriormente, Alma decide conversar de nuevo con Marcela, a quien le pide que ponga punto y final a su relación con Ariel. Marcela, harta de tantas mentiras, decide no seguir engañando a la que ahora es su suegra. Marcela le dice a Alma que si es cierto que mantiene una relación clandestina con Ariel y que, además, está esperando un hijo suyo.
Tan grande es la preocupación de Marcela que no ha podido evitar contarle a la mujer el motivo de sus penas: «Estoy rota».
Y por si esto fuera poco, María Elena está pasando por muy malos momentos.
Imagen manchada
Tras ser descubierto el negocio de las fotografías de San Sebastián que hizo con Emilce, tiene que aguantar la tristeza de Luis Eloy, quien sigue sintiendo mucha vergüenza al saber de los alcances de su novia. Su tragedia la vive dentro y fuera de casa, pues resulta que la gente ha comenzado a burlarse de María Elena y a señalarla por la calle, después de haber aparecido en una de las revistas más sensacionalistas del país dando una imagen poco decorosa.