'O nos movilizamos por un precio justo a nuestro esfuerzo o cerramos'

Los payeses no se resignan a tirar la toalla y defienden su derecho a vivir de la tierra, pero ya tienen el agua más arriba del cuello. Así lo manifestaban muchos de los asistentes a la histórica movilización que se celebró ayer en Lleida, montados en tractores o pie. Los agricultores más veteranos denuncian que su esfuerzo no es retribuido a precios justos, lo que provoca que los jóvenes no vean que el campo sea su futuro.

A algunos les parece inconcebible que los políticos no se den cuenta que la agricultura es el motor de Lleida, que sin ellos detrás el resto de sectores asociados (directa o indirectamente) no podrían subsistir.

“El payés hace cuatro euros e invierte 5, el dinero siempre está rodando –asegura Lluís, un payés de 55 años– Si movemos el dinero significa que hacemos que otros sectores indirectos se muevan con nosotros y esto no lo tienen en cuenta los políticos. Tienen que pensar –lamenta– que el día que la agricultura deje de existir, la gente que vive alrededor nuestro nos echará en falta”. Asegura que el productor solo quiere recibir lo justo por su trabajo pero ahora mismo la situación espanta a las nuevas generaciones.

Mientras, los jóvenes agricultores reclaman incentivos para seguir produciendo porque actualmente el sector “está muerto” y sin ayudas para poder continuar produciendo “o nos movilizamos o cerramos”, advertía otro payés. Este era el sentir general de los 3.000 manifestantes que salieron ayer a la calle para exigir medidas urgentes para el campo en general, no solo ya para los productores de fruta dulce, que llevan perdiendo dinero desde 2014.

“Vivimos unos cuantos años produciendo por debajo de los costes–explica Robert– ahora los políticos se han dado cuenta que sin nosotros los pueblos desaparecen. La situación es insostenible ya que para muchos este puede ser el último año como agricultores”.

Y no es por falta de ganas. Josep asegura que el payés no es de tirar fácilmente la toalla. “Los agricultores aguantamos mucha presión. Estamos todo el año trabajando y cuando vemos que ha sido una mala campaña, seguimos pensando que el año que viene será mejor. Y cuando pasa el tiempo y vemos que sigue yendo mal, y seguimos pensando que quizás el año que viene me irá mejor”.

Para Aitor, esta movilización llega tarde. “Se tenía que haber hecho mucho antes –se queja– cuando se inició el veto ruso. En aquella época todo el mundo pasó del tema diciendo somos Europa, ya se arreglará y aquí no se ha arreglado nada”.

Asegura que la situación fue a peor mientras que las grandes superficies comerciales “multiplicaban un 300% el precio de la fruta que acaba cobrando el payés”. Para él, el futuro “pinta oscuro”.

“Continuaremos luchando por nuestro futuro. No queremos ser la última generacion que vive de sus propios frutos, según asegura Jordi Vidal, presidente de la Plataforma en defensa de la fruta dulce, un sentimiento que, pese a los grandes obstáculos, sigue presente en las mentes de cada uno de los payeses que asistieron ayer a una cita histórica de unidad por la supervivencia del campo.