El frío y las lluvias castigan al cereal y reducen las previsiones de cosecha

Las precipitaciones de los últimos días, que en algunas zonas de la provincia de Lleida han ido acompañadas de pedrisco, junto con la caída de las temperaturas, que son más bajas de lo normal para esta época del año, han dejado en agua de borrajas las buenas previsiones que manejaban los payeses para esta campaña en cuanto a la producción de cereal se refiere. Así lo indicó ayer a SEGRE el responsable de cereal de Unió de Pagesos (UP), Santi Caudevilla, que dijo que todavía es pronto para cifrar cuánto caerá la producción. No obstante, admitió que la disminución será “notable” y que estará por debajo de los niveles del año pasado. Para la demarcación leridana, UP previó en mayo una cosecha de 176.400 toneladas de trigo y 417.800 toneladas de cebada, un 30% y un 40,6% por encima de la del año pasado. Sin embargo, ya está claro que no se alcanzarán estas cifras. “Las lluvias han llegado tarde, ahora ya no hacen falta, necesitamos que haga calor, y no está haciendo lo suficiente”, explicó.

Al hilo de esto, Caudevilla remarcó que, si llueve, no pueden cosechar, con lo que todo el proceso se retrasa. En este mismo aspecto incidió Lluís Viladrich, jefe de la sectorial de cereal de JARC. Viladrich señaló que las precipitaciones de los últimos días han provocado que la cosecha lleve entre 10 y 15 días de retraso. Y es que en comarcas como La Segarra todavía ni han empezado a trabajar las máquinas. En cambio, en el Segrià ya se pusieron en marcha hace unas dos semanas. “Cuanto mayor sea el retraso de la cosecha, mayor es el riesgo al que nos exponemos los payeses, hay más probabilidad de que caiga pedrisco y de ventiscas”, manifestó en declaraciones a este periódico.

Tanto Caudevilla como Viladrich coincidieron en que los precios que perciben los productores están por los suelos. “Los precios están fatal, estamos por debajo de costes”, lamentó el representante de JARC. A este respecto, denunció que los precios que perciben los payeses están al nivel de hace treinta años, mientras que los costes de producción se han disparado, a grosso modo, entre un 50% y un 70% en todo este tiempo.