ESNOTICIA
El camino de la fruta en un año muy difícil
La campaña de recolección se traslada de las zonas tempranas al Pla, Urgell y Noguera || El sector no quiere que se reproduzcan problemas de los que, insiste, no se considera responsable
La campaña de la fruta es todos los años la misma y todos los años diferente, con este verano como el más difícil para la producción de Lleida, porque, a los problemas que más o menos pueden entrar en los cálculos del sector cada temporada, este verano se ha sumado la pandemia, los casos registrados entre temporeros y personas sin papeles que han llegado a Ponent buscando un empleo. Se calcula que la campaña genera trabajo temporal para unas 35.000 personas en fincas y cooperativas y centrales particulares. Pero, aunque habrá que esperar a final de campaña para hacer un análisis del todo certero, parece claro que este verano puede que no se llegue a estas cifras. Por una parte, por la caída de la producción y por otra porque las restricciones en la lucha contra la Covid ha complicado mucho los trabajos.
El primero en tener que afrontar la situación ha sido el Baix Segre, la zona más precoz de producción, al comienzo con cerezas y luego con albaricoques, melocotones y nectarinas. Los alcaldes han tenido que prever alojamientos para posibles aislamientos en caso de positivos de la Covid o de ofrecer dónde superar un confinamiento sanitario a personas sin vivienda adecuada. Todo ello con tensiones con la Generalitat en demasiadas ocasiones.
Parte de los temporeros que hoy recogen fruta se preparan ya para la vendimia en el Penedès
Las producciones se adelantan este año hasta diez días y acelera los cambios de comarca
Ahora la presión sobre el Baix Segre disminuye, en la medida en la que se van acabando las producciones por recolectar, pero no desaparece. Poblaciones como Aitona o Alcarràs tienen su fuerte en frutas tempranas, pero también cultivan perales de variedades aún por recolectar.
En estos momentos la propia ciudad de Lleida, l’Horta, tiene un volumen de personal en las fincas más que significativo. Podemos estar hablando de unas 2.500 personas recolectando Limonera y en pocos días otras variedades de peras. Pasa lo mismo en otras poblaciones del Segrià, como puede ser el caso de La Portella, Benavent de Segrià, Corbins Alpicat y una larga lista. Todo ello además con un calendario loco, acelerado en torno a una semana o hasta diez días en muchas variedades. Las condiciones climáticas aceleran maduraciones en unos campos que tienen claramente menos producción en prácticamente toda la provincia. En melocotón, se estimaba un 18%, pero el pedrisco en el Baix Segre arruinó miles de hectáreas. Ahora se augura un 16% menos de manzana y un 7% de pera que el año pasado.
Pero junto con l’Horta, también apremia la campaña en otras comarcas de Lleida, con el Pla d’Urgell, la Nogera o el Urgell como los prontos y nuevos protagonistas. El localidades como Albesa o Torrelameu ya hay fincas donde se están recogiendo algunas variedades. De hecho este año se espera que la pera Blanquilla, que puede arrancar normalmente una vez pasada la primera semana de agosto, se espera que comience ya la próxima semana. Una situación que no es habitual, pero que ya se dio en 2014.
Algo similar ocurre con las peras Conferencia o Williams en el Pla d’Urgell, que otras campañas puede arrancar entre el 10 y el 15 de agosto, pero que ahora se prevé para la primera semana de ese mes. En el Urgell, también se acelera la recolección de ciertas variedades de manzanas en cuestión de menos de dos semanas.
Pero el calendario marca que ya no será necesario el mismo volumen de temporeros a partir de ahora. De hecho, una parte de ellos, como es tradicional todos los veranos, pasará ya directamente de los campos de Lleida a los de la vendimia de bodegas del Penedès, entre otras comarcas. Precisamente en estas zonas vitivinícolas, como en las fruteras de Lleida, se apuesta por trabajar con método y medidas de seguridad. Hablamos desde contar con un censo de los trabajadores del campo y saber dónde viven, sean en alojamientos ofrecidos por los propios empleadores o en particulares, hasta la toma de temperatura y el trabajo con la obligatoria mascarilla. La preocupación pues, derivada del volumen de trabajadores temporeros, se traslada pero no acaba.