La agroalimentación pasa por la Covid con suerte desigual

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El funcionamiento de la campaña de la fruta ha sido óptima a la espera de las liquidaciones

Los productores de cereal están recolectando y preparando la tierra para los cultivos de invierno

El balance es positivo en el primer semestre, aunque se ha notado la influencia de la Covid a partir de marzo

El consumo de ternera se desplomó un 70% en el segundo trimestre del año debido a la pandemia

sector agroalimentario es uno de los que mejor está resistiendo la crisis del coronavirus

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pero no sin problemas de diferente gravedad en función de la actividad.

La pandemia ha afectado de pleno a la campaña de la fruta y agricultores, cooperativas y centrales privadas se han tenido que adaptar a una situación desconocida con la presión social y de la enfermedad. Los costes se han disparado en unos 5.000 euros en el caso de fincas familiares, y las cooperativas y centrales estiman incrementos de gastos de hasta medio millón de euros y una caída de la productividad a la hora de envasar la fruta. Los productores de cereal, en cambio, no han experimentado grandes cambios en su quehacer diario, aunque sí que tuvieron algunos problemas puntuales con los suministros, a la par que vieron cómo aumentaba la burocracia por la crisis sanitaria y detectaron movimientos “raros” en los mercados. Ahora demandan más mano de obra y, a pesar de que la pandemia ha destruido muchos puestos de trabajo y engrosado las listas del paro, tienen dificultades para dar con los empleados que necesitan.

Por otro lado, está el caso de los mataderos y la industria cárnica en general. La patronal Fecic estima en un 30 por ciento la caída de la productividad en las cadenas de sacrificio por las medidas para combatir la Covid. En los sectores ganaderos, la situación ha sido diferente en función de su dependencia o relación con la hostelería y el turismo. Los mejor parados han sido los productores de porcino, cuyas cotizaciones históricas en los últimos meses nada tienen que ver con la pandemia, sino con la evolución de la peste porcina y con las exportaciones a China, una situación que puede verse truncada con la llegada de la peste porcina africana a Alemania. En avicultura, los primeros meses de la pandemia fueron de ruina total con unas granjas que producían a gran ritmo en espera de un sector de la hostelería y del turismo que se hundieron a cero con el confinamiento. Tras el final del estado de alarma, se recuperó el equilibrio de oferta y demanda, y con él los precios, pero un nuevo cierre en el canal Horeca (hoteles, restaurantes y cafeterías) en Catalunya ha echado por tierra las perspectivas de recuperación. Los resultados del vacuno se hunden también con los de restaurantes y bares, los consumidores de las piezas de más valor. La exportación, que se ha incrementado un 3,5% est año, no es suficiente para salvar los muebles. A tenor de los datos de Asoprovac, las pérdidas en la demarcación de Lleida superan los 12 millones de euros.