AGRICULTURA SECTORES
La industria del forraje de Lleida se siente víctima colateral de la guerra
Es intensiva en consumo energético y se ha multiplicado por siete su coste || La patronal Aefa considera la producción “una apuesta segura en un año incierto”
La industria deshidratadora de alfalfa se siente una víctima colateral de la guerra en Ucrania porque, aunque no exporta a los países en conflicto, está sufriendo los costes disparados de la energía, cuando se trata de una actividad que usa de forma intensiva electricidad y gas, dependiendo de las compañías. Así lo explicó ayer en Lleida el presidente de la Asociación Española de Fabricantes de Alfalfa Deshidratada (AEFA), Francisco Tabuenca, que presentó junto al gerente de la organización, Luis Machín, la jornada que congregará el miércoles a 800 personas en la Llotja de Lleida para analizar diferentes aspectos del sector, desde la afectación de la nueva PAC 2023-2027 hasta el presente y el futuro del sector. Hace un año, el coste energético para producir una tonelada de pellets se situaba en 12 euros la tonelada, una cifra que hoy se ha multiplicado por siete, dijo Tabuenca.
Teniendo en cuenta que la energía supone el 25% de la producción del pellets, alertó que si los altos precios se mantienen en el tiempo puede haber industrias que verían “cuestionado su futuro”. Además, recordó que con la pandemia también deben afrontar el sobrecostes de los fletes marítimos, un handicap que no tiene visos de solucionarse a corto plazo.Lleida copa 20.000 de las 120.000 hectáreas destinadas al cultivo de la alfalfa en España y Catalunya representa el 20% de los 1,4 millones de toneladas de forraje deshidratado español, que es el segundo exportador mundial por detrás de EEUU. El año pasado, la exportación se disparó, gracias a los estocks disponibles, hasta los 1,68 millones de toneladas, frente al poco más de un millón de 2020 debido, entre otros factores, al crecimiento de los envíos a Arabia Saudí (334.781 toneladas), que se ha convertido en el segundo mercado por detrás de Emiratos Árabes Unidos (574.087) y por delante de China (312.423).La próxima campaña, que comenzará en abril, está marcada por la incertidumbre en la producción de alfalfa.
Por una parte, se encuentra con la competencia de unos cereales con precios disparados por la guerra en Ucrania. Pero, al mismo tiempo, la sequía pone en cuestión las dotaciones de agua si no llueve antes de mayo, teniendo en cuenta que son varias las comunidades de regantes que anuncian rebajas de dotaciones. Teniendo en cuenta las características del cultivo, Machín afirmó que “la alfalfa es una apuesta segura de cara a la campaña”.