JORNADA AGRO
El cambio climático, un enemigo al que el campo debe hacerle frente
El IRTA analiza cómo afrontar sus consecuencias en una jornada en Lleida || La digitalización y la investigación, dos pilares fundamentales para su futuro
El sector primario es uno de los que antes está notando los efectos del cambio climático. El incremento de las temperaturas, la falta de lluvias o los episodios de heladas y pedrisco cada vez golpean más fuerte a aquellos que viven del campo, ya que hacen perder sus cosechas o merman su calidad. Y es que las situaciones climáticas extremas generan anomalías en el desarrollo de frutas y hortalizas, lo que a su vez dificulta también la conservación de la misma para su posterior venta.
Esto, junto al reto de convertir la agricultura y la ganadería en más sostenible, fueron los ejes que se trataron ayer en la XX jornada técnica de Poscosecha organizada por el Instituto de Recerca i Teconlogia Agroalimentària (IRTA), en la que expertos trataron de identificar los retos a los que se enfrenta el sector y cómo debe evolucionar para adaptarse a la situación futura. La doctora Gemma Echevarria, directora del programa de poscosecha del IRTA, explicó durante una de las ponencias de la jornada que el cambio climático está provocando un cambio en la fisiología de la fruta, haciendo que su calidad merme. Por ejemplo, las olas de calor provocan alteraciones en el proceso de maduración, lo que genera que la fruta no esté en unas condiciones óptimas a la hora de su recolección.
Otro de los problemas del sol es el exceso de las radiaciones UV, que pueden provocar quemaduras en la piel de la fruta, esto hace que sean menos resistentes a otras eventualidades climáticas como el granizo. Para contrarrestar estos efectos, la doctora pide adaptarse haciendo una revisión de los criterios de definición de madurez en la cosecha o aplicando un protocolo de aclimatación antes de conservarla en las cámaras de frío, donde muchas veces se revela el daño sufrido por la fruta en el campo.El director del IRTA, el doctor Josep Usall, por su parte, hizo hincapié en que el campo debe innovar para adaptarse a la nueva realidad, pero también reducir su impacto medioambiental. Según él, la modernización de los regadíos y la gestión del agua, la protección del suelo y la biodiversidad, las prácticas agraria regenerativas, poner en práctica la economía circular y la promoción y conservación de los productos de proximidad son los grandes retos a resolver.
Para afrontarlos y garantizar la viabilidad futura del sector, cree que hay que apostar por darle un impulso a la digitalización del mismo y a la investigación y la innovación.