ECONOMÍA AGROALIMENTACIÓN
La Pink Lady cierra la campaña de fruta marcada por la caída de la producción
El calibre, gran clave para los precios en la comercialización de manzanas y peras
Lleida está cerrando estos días la campaña de producción frutícola con la recogida de la manzana Pink Lady, que también se verá marcada por la caída de la cosecha por efecto de las heladas del mes de abril. Tras un verano con mínima oferta de melocotones y nectarinas, los calibres de pera y manzana serán claves en los resultados en invierno.
Lleida producirá este año entre un 25 y un 30% menos de manzana Pink Lady, la de recolección más tardía y que pone fin a la campaña en el campo. Así lo explicó ayer el presidente de la SAT Fruilar, Joan Serentill, que estima la cosecha de esta manzana en torno a unas 5.000 toneladas después del balance de las mermas provocadas por las heladas que asolaron las comarcas frutícolas de Lleida el pasado mes de abril.
A la hora de valorar los calibres, explica que “contamos con todas las gamas, no tenemos los problemas que presentan otras variedades, y podemos considerar que es una temporada normal”. La sequía y las altas temperaturas han provocado que buena parte de la producción de manzana y también de pera se haya quedado con calibres más pequeños de lo habitual, a pesar de que la calidad gustativa es muy buena. El gerente de Fruilar apunta que las altas temperaturas registradas en Lleida han provocado problemas pero también se han traducido en más azúcares en las Pink Lady, que se convierte en la campaña con los niveles más elevados.
En cuanto a los precios, apuntó que esta variedad tiene unas cotizaciones de salida idénticas al año pasado. El sector es consciente de los problemas de los consumidores, que afrontan una inflación al alza, el encarecimiento de las hipotecas y cada vez más dificultades para llegar a fin de mes en muchos casos, apunta Serentill. Por ello defiende que es necesario mantener un equilibrio con una oferta que el consumidor pueda asumir y que el mercado y la ingesta de fruta no se vea perjudicado.
Las previsiones oficiales apuntaban a una reducción de la producción de fruta de hueso de al menos un 70%, mientras en el caso de la manzana y la pera el recorte en la mayoría de las variedades se acerca al 25%.
Los costes, con una energía disparada, es uno de los grandes problemas
El sector afronta este año una de sus campañas más difíciles porque al hundimiento de la cosecha se suma un incremento de costes desorbitado. Fuilar, por ejemplo, explica que en agosto mantuvo la maquinaria y las cámaras paras por un ERTE. Sin embargo, la factura de la energía de ese mes ha sido superior a la del año pasado en las mismas fechas trabajando a toda máquina.
La situación es muy difícil, “estamos muy preocupados y sin ningún tipo de respuesta por parte de los ministerios” que podrían tomar cartas en el asunto, afirma Joan Serentill, que preside el comité de pera y manzana de la patronal catalana de la fruta, Afrucat. La situación es tan complicada que este año se ha tenido que priorizar de forma especial qué fruta entraba en las cámaras, aspirando a que sea rentable el gasto en energía. Además, los envases se han disparado, con un 10% en cajas básicas de cartón y el doble en alvéolos de celulosa.
Catalunya y Aragón tienen en torno a un 28% menos de manzana y pera, según Serentill, y los grandes productores europeos han tenido que retocar a la baja sus previsiones, salvo Polonia. En otros países los calibres estimados son más pequeños, frente al consumo de grandes en España. Por ello, Serentill confía en la valorización “digna y correcta” de la fruta con mayor tamaño, ante su escasez. Pero teme la situación que deberá afrontar la de menor calibre, que se convertirá en una “pelea” más para el sector de Lleida.