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Sequía y calor dejan los bosques de Lleida sin trufas y el precio de las cultivadas se dispara

La recogida comenzó el martes y se prevé que la producción sea un 60% menor que otras campañas

La finca de La Granadella dentro del Garrigues Sud donde se ha introducido el pistacho.

La finca de La Granadella dentro del Garrigues Sud donde se ha introducido el pistacho.G.S.

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La falta de precipitaciones que ha derivado en una persistente sequía, sumada a las altas temperaturas que se han registrado desde el pasado mes de mayo hasta octubre han dejado los bosques de Lleida sin trufas silvestres. La campaña anual comenzó el pasado martes y finalizará el 15 de marzo. Solo se salvarán las trufas cultivadas en plantaciones que se han podido regar por goteo.

Pese a todo, los técnicos del Centro Tecnológico Forestal de Catalunya aseguran que la producción será un 60% menor en toda España, un dato que se puede extrapolar a Catalunya y a Lleida. La falta de producción repercutirá en el precio de un manjar muy solicitado por restaurantes y negocios relacionados con la restauración para la elaboración de platos de alta cocina y también el sector conservero. Se calcula que subirá un 40% sobre el coste de otros años en que han llegado a rondar entre los 700 y 1.000 euros el kilo, indicaron las mismas fuentes.El hecho de que las lluvias hayan sido muy esporádicas y de que haya habido temperaturas que rondan los 40 grados tanto en la montaña como el llano han provocado que el suelo esté extremadamente seco, una circunstancia que no permite el crecimiento de la trufa.

“Puede que ahora, si se registra alguna precipitación, llegue a aparecer alguna, pero será de forma esporádica y muy difícil de localizar”, remarcaron desde el CTFC. Además, tal como está el bosque, hace falta que las lluvias sean constantes para que el agua filtre a las capas más profundas donde suele aparecer este hongo. En Lleida hay zonas productoras de trufa negra, principalmente, en la Noguera, los Pallars y en Les Garrigues, donde hay más de 50 hectáreas experimentales en zonas de ragadío repartidas en varias poblaciones.

Por otra parte, nuevos regadíos como el Garrigues Sud la han introducido para diversificar los cultivos y no centrarlos en el olivo y el almendro, típicos de la zona. Casi 80 hectáreas dentro del área regable se dedican a la producción de la trufa negra aunque requiere antes plantar amplias extensiones de encinares que permitirán la aparición de las trufas pasado un periodo de entre 5 y 10 años para poder tener una cosecha de importancia. Por otra parte, esta iniciativa ha permitido asentar a jovenes agricultores en el territorio que ya buscan fórmulas para diversificar los cultivos (ves desglose).La trufa negra o de invierno que ahora se recoge es la variedad más cotizada al tener más sabor y olor que la de verano. Para localizarla es preciso utilizar perros adiestrados.

El Garrigues Sud introduce el cultivo del pistacho

Jóvenes agricultores del regadío del Garrigues Sud han comenzado a introducir el pistacho como nuevo cultivo en la zona regable. Es el caso de Julià Prunera que ya ha plantado 5 hectáreas con estos árboles en La Granadella. También tiene cultivada alguna finca con trufa negra. “En cinco años se verá si la plantación produce y en 15, si se ha cerrado el circuito y es rentable”, indicó. Hay que tener en cuenta que el pistacho tiene un proceso lento, al menos, comparado con cultivos como la almendra, remarcó.

Generalmente, el pistacho se utiliza como aperitivo y para hacer harinas y suele ser un fruto seco caro “pero también la inversión es más cuantiosa y el cuidado más minucioso”, puntualizó. Prunera se dedica a la agricultura desde hace tres años y forma parte de una nueva generación que representa el relevo en el sector en Les Garrigues, una comarca donde el índice de población envejecida es muy elevado.Por lo que respecta al nuevo cultivo, el pistacho se ha ido incluyendo dentro de las variedades que ya se producen en otros regadíos de Lleida como el Segarra-Garrigues y el Canal d’Urgell, con empresas como el Grupo Borges. También en Bellpuig se promueve un centro de cultivos ecológicos de ocho hectáreas donde el pistacho está incluido.

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