La diferencia entre el precio de la hectárea de regadío y la de secano llega a multiplicarse por diez

El mercado inmobiliario agrícola se está calentando en Lleida a un ritmo acelerado en los últimos años después de haber irrumpido como factores clave la accesibilidad en el agua y la garantía del suministro, cuyo peso se ha intensificado precisamente como consecuencia de la escasez que se ha dado en el abastecimiento a las explotaciones agropecuarias.

La Estadística de Transmisiones de Propiedad del INE (Instituto Nacional de Estadística), cifra las fincas rústicas que cambiaron de manos en un total de 32.844, con un pico de 3.774 el año posterior a la pandemia y un valle de 2.892 en el 2023, el número de fincas rústicas que cambiaron de mano a Lleida entre los años 2014 y 2023.

Así, portales inmobiliarios como Cocampo registran en Lleida ofertas de venta de 45.000 euros por tres hectáreas de almendros con riego (a 15.000 cada una) en Castelldans, de 22.000 por tres parcelas que suman una en Benavent u otra de cinco de pasto arbustivo que se va a los 282.300 (56.460 por hectárea) en Les Borges, en este caso la finca cuenta con una vivienda.

En Idealista, una finca de 17 hectáreas de terreno no urbanizable y con una masía con necesidades de rehabilitación en Lles de Cerdanya sale por 495.000 euros, además de 29.000 por hectárea, y en AgroAnuncios el regadío se acerca a los 27.000 euros por hectárea en Agramunt (80.000 por tres), supera los 40.000 a Alcoletge y paso de 56.000 en Tornabous (450.000 por ocho) para una finca equipada con balsa.

Mientras tanto, la cotización del suelo de secano cae a horquillas de los 3.000 a los 6.000 euros. Los precios en las zonas de regadío de Lleida son similares a los de comarcas próximas como la Llitera y el Baix Cinca, donde se acercan en las 25.000 para tierras con acceso a agua.

En este calentamiento del mercado inmobiliario rural, en el cual no es ajena la fórmula del arrendamiento, confluyen factores como la entrada y expansión de empresas dedicadas a cultivos intensivos que han tirado al alza el precio de la hectárea, en función de la garantía de suministro de agua de las parcelas, y también de su medida por la facilidad para trabajarlas.

Esta tendencia, sin embargo, se ha visto estancada por la rotura de la burbuja de las macroplantaciones de almendros, en manos de fondo de inversión, que van retirándose al no ser tan rentables como lo eran en los momento de pico de precio de la almendra.