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Se cumplen diez años del cierre de Moscú a la fruta europea

Lleida cumple una década del cierre de Moscú a la fruta europea, diez años en los que la demarcación ha perdido 7.900 ha de frutales

Una superficie reconvertida con almendra o incluso extensivos

La superfície de pereres, com els d’aquesta explotació de Térmens, se situa en l’actualitat lleugerament per sobre de les 8.900 hectàrees.

La superficie de perales, como los de esta explotación de Térmens, se sitúa en la actualidad ligeramente por encima de las 8.900 hectáreas. - ACN

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El Gobierno de ruso cerró hace una década su mercado a productos alimentarios europeos y golpeó de lleno a la fruticultura de Lleida. En esta década ha sufrido un importante retroceso en superficie. Hoy hay 7.938 hectáreas menos de melocotoneros, nectarinos, manzanos y perales. Pese a ello sigue siendo líder no solo en el Estado sino en la UE.

Hace prácicamente una década, el Gobierno de Vladímir Putin impuso un veto a productos agroalimentarios europeos que representó un golpe especialmente duro para el sector frutícola. El 7 de agosto de 2014, Moscú tomó esta represalia a las medidas adoptadas por la Unión Europea después de ocupación de Crimea. En un abrir y cerrar de ojos, se paralizaron decenas de camiones camino de Rusia y las cámaras se colapsaban con melocotones, paraguayos y nectarinas sin destino. Lleida perdía un mercado que absorbía entonces 50 millones de kilos y representaba una facturación que, dependiendo de las campañas y los precios, podía representar 56 millones de euros. El golpe arruinó una campaña hasta entonces fluida, obligando al sector a buscar salidas no solo para esas semanas sino para el futjuro.

En esta década, el mapa de la fruticultura de Lleida ha registrado cambios importantes. En algunos casos se podrían atribuir a los efectos del veto ruso, con payeses que optaron por tirar la toalla o por concretar su jubilación. Pero no todo se explica por la decisión de Putin. En esta década, Lleida ha “perdido” 7.938 hectáreas destinadas a la producción de melocotones (redondos o planos), nectarinas, manzanas y peras. Representa un retroceso del 18,57%, al pasar de 42.747 a 34.809, como muestran los gráficos adjuntos. La gran damnificada ha sido la fruta de hueso, con un retroceso del 23,26%, hasta quedarse en 17.181 hectáreas desde 22.390. Son 1.345 menos de nectarinas y 3.864 de melocotones. La variedad “reina” en el primero de los casos continúa siendo la Big Top, mientras que en el caso del melocotón es el paraguayo (general), con 1.175, según los datos facilitados por la conselleria de Acción Climática.

En fruta de pepita, se pasa de 20.357 a 17.628 hectáreas, un mapa que mengua en 2.729, o lo que es lo mismo, un 13,40%. La manzana es la que pierde menos terreno, 614 hectáreas, y se queda en 8.709. La Golden sigue siendo la número uno de lejos. La Golden Reiners ocupa 1.745 hectáreas, con una clara tendencia al alza. Mientras la Golden Delicius retrocede en superficie pero representa 790.

En perales, las explotaciones de Lleida han pasado en esta década de 11.034 a 8.919 hectáreas, lo que supone una merma de 2.115. En este caso, buena parte de la caída hay que atribuirla a la decisión de la UE de prohibir un producto utilizado para el control y crecimiento de los perales de Blanquilla, lo que multiplica las dificultades de su cultivo. De 2014 a la actualidad, los payeses de Lleida han pasado de trabajar Blanquilla en 1.276 hectáreas a quedarse en 562. La líder indiscutible es la Conference, con 3.841 hectáreas, seguida de la Limonera (1.312) y la Williams (1.086).

El secretario de Alimentación de la conselleria de Acción Climática, Carmel Mòdol, destaca que el mayor salto se registra en la fruta de hueso, aquella que tiene una corta conservación en frío. En el balance se deja sentir, recuerda, el plan de arranque de 2017, con el que se buscaba dar una oportunidad a los payeses para la renovación o futuro digno. Ahora, considera que la situación está estabilizada y destaca que “somos una potencia” en producción y calidad. Aboga por la transparencia, en la que sitúa los estudios de costes de producción, en el marco de la ley de la Cadena Alimentaria para defender al sector. El objetivo es claro: “Al payés le ha de llegar una liquidación justa, o nos quedaremos sin agricultores y nadie estará servido”, afirma Mòdol en referencia a los mercados y al consumidor final. Y deja claro que una parte de los abandonos son el reflejo de una incomprensión del mundo urbano sobre el rural, algo que se quiere superar, entre otros mecanismos, con el plan estratégico de alimentación de Catalunya.

Mòdol afirma que pese al retroceso de hectáreas de frutales, no se pierde superficie de cultivo. Son fincas de regadío preciadas y se reconvierten en otras frutas, como cerezos o albaricoqueros, o de frutos secos, con el liderazgo del almendro, o los olivos. También se dan casos, indica, de payeses que optan por cultivos extensivos, desde el maíz a la alfalfa.

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