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AGRICULTURA

Agricultores invierten 1.000 €/ha en vallar sus fincas por la plaga de conejos

La normativa, la falta de ayudas y las condiciones del seguro atosigan las explotaciones

Un agricultor de Verdú muestra la malla metálica con la que intenta proteger las viñas de los conejos. - LAIA PEDRÒS

Lleida

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Los agricultores de viña y cereal de las zonas afectadas por la superpoblación de conejos están asumiendo un gasto de en torno a mil €/ha, al que hay que sumarle unas veinte horas de trabajo, para vallar sus fincas y proteger sus explotaciones de los roedores. “No es una solución, porque le echas el problema al vecino, pero te permite reducir los daños en tu explotación”, coinciden Núria Bacardí, Àlex Foix y Joan Piera, agricultores del Urgell afectados por la emergencia cinegética.

Las barreras, un trenzado de tela metálica que se clava 30 cm en el suelo con un surco y que se enlaza con varillas, arandelas y alambre, resultan efectivas: “Un año antes de ponerlas salieron 500 kg/ha de uva y al siguiente 9.000”, señala Bacardí. En el cereal, la disyuntiva se dirime entre cosechar o no hacerlo.

Agricultura recomienda proteger con malla conejera los árboles, una operación que los agricultores ven apropiada para el frutal, el almendro y el olivo, que se plantan a distancias de 5x5 a 7x7 metros, pero no para la viña, de mayor densidad. Sale a entre 1,50€ y 1,80€ por árbol.

El primer obstáculo con el que se encuentran a la hora de instalar las vallas es el coste: una hectárea de cebada no renta en secano más de 300 €/año, y el trigo de regadío ronda los mil; es decir, que en esos casos el vallado se come la cosecha de entre uno y tres años.

A esa exigencia económica hay que sumarle otras. La mayoría de los ayuntamientos, aunque no todos, hacen la vista gorda y los permiten, aunque en realidad no está permitido en zonas protegidas, y las zepas, con las que coincide casi con exactitud el perímetro de las áreas de emergencia cinegética, lo son.

En las zepas solo se permiten vallas “compatibles con la circulación de la fauna silvestre”, a lo que se añade el veto específico a las “modalidades propias de los ambientes urbanos, como los cierres con malla metálica no ganadera y otras modalidades no tradicionales del medio rural”, señala, desde hace quince años, con el Plan Especial de Gestión de las Zepas afectadas por el Segarra-Garrigues.

Su efectividad, en cualquier caso, tiene otros condicionantes en el comportamiento de los propios conejos, que cavan galerías (cados) que les permiten acceder a los campos salvando las vallas por debajo de la tierra, así como en el de los jabalíes y los corzos, unos por hollar la base y otros por derribar la zona superior al saltarla. Y sin descartar el de los propios cazadores en sus deslazamientos por el monte. Otro obstáculo, en este caso, en la contrata de seguros, es que pierde opciones por su propio funcionamiento: al tratarse de un riesgo cierto, que se materializa cada año, y de producciones menguantes precisamente por ese motivo, lo habitual es que a partir del tercer año no quede nada por asegurar o que al agricultor no le salga a cuenta suscribir una póliza por el bajo volumen de cereal, o de uva, que esta puede llegar a cubrir. La presencia de los conejos está obligando también a los agricultores a enterrar las tuberías del riego localizado.

laia También anida en la zona, en un antiguo transformador habilitado para que dejaran de desalojar de sus cajas-nido a las lechuzas, una colonia de grajillas, en crecimiento en El Pas

La Generalitat prepara una nueva orden con ayudas para las mallas

El departamento de Agricultura está preparando una nueva orden para conceder a los agricultores ayudas para instalar las mallas conejeras de protección en los árboles, según confirmaron fuentes de la conselleria. La anterior, de hace dos años, terminó derivando en un fiasco ya que únicamente llegaron a los agricultores 19.000 euros de los seis millones que había consignados. “Estamos trabajando en medidas de ayuda para las mallas, que sí dan resultado para proteger a los árboles. Los protectores de plástico acaban consumidos”, señalaron.

Un animal fértil a los 4 meses que puede criar cada 3

La vertiginosa capacidad de expansión del conejo tiene causas biológicas: las hembras son fértiles a partir de los tres meses y medio, están en celo 14 de cada 16 días a partir de esa edad (salvo los periodos de gestación y crianza) y producen ovocitos cada vez que copulan, lo que eleva de manera exponencial la posibilidad de que queden preñadas. La gestación dura 30 días y la lactancia de los gazapos en tormo a 55, lo que indica que vuelven a mantener relaciones en menos de tres meses. Eso supone cuatro camadas al año. Antes de llegar la tercera comienzan a criar las hembras de la primera.

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