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Surcar el cielo de la Noguera

Òscar León, de Sant Quirze del Vallès, descubrió la que hoy es una de sus pasiones, el parapente, en Àger || Actualmente hace un curso para aprender a volar en solitario

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Descobrir la Noguera desde las alturas. Es lo que ha experimentado Òscar León, uno abogado de 35 años residente en Sant Quirze del Vallès que ha conocido paisajes tan emblemáticos como Montrebei, el pantano de Caños y el de Camarasa o la Valle de Àger directamente a vista de pájaro. “Siempre me había llamado la atención volar”, explica el Óscar, “|así que después de buscar que alternativas había en Cataluña, elegí la zona de Àger por la situación y los paisajes, y contacté con Agerair Parapent”.

Del primer vuelo recuerda especialmente el momento que los pies le dejaron de tocar el suelo, “la sensación de quedar colgado en el aire”. El lanzamiento en formato tándem o biplaza (al lado del instructor) permite volar sin ser ningún experto ni haberlo hecho nunca antes. Únicamente hace falta seguir las indicaciones del instructor y disfrutar de las vistas y de la sensación de volar como un pájaro. A duras penas unos segundos después de su primer aterrizaje, Óscar había tomado la decisión de que aquel no sería su último vuelo. Actualmente ya acumula unas cincuenta horas de experiencia gracias al curso de iniciación que empezó antes del verano. “La primera vez que vuelas en solitario haces un acto de fe”, explica el Óscar. “tienes que confiar en que sabrás manejar el parapente durante el despegue y el aterrizaje y una vez estés en el cielo, aunque a un instructor situado en el punto de salida y otro en el lugar|sitio del aterrizaje te guían por radio en todo momento”, comenta.

El curso de iniciación consiste en aprender a dominar el parapente primero desde tierra, corriendo y elevando la tela por encima de la cabeza|cabo|jefe, combinado con vuelos biplaza en los cuales se deja que el alumno pilote a ratos. “Funciona como una autoescuela”, explica Enric Álvarez, presidente e instructor de Agerair Parapent, “combinamos teoría y práctica, y cuando vemos que el alumno domina el parapente y las condiciones meteorológicas son buenas, llega la hora del primer vuelo en solitario. Cada persona tiene su ritmo, unos necesitan más tiempo y otros menos, así que el curso es totalmente personalizado. Cada vez, los vuelos cuentan con menos indicaciones del instructor, hasta que el piloto es autónomo”.

Para obtener oficialmente el título de piloto, el alumno tiene que federarse y superar un examen. Actualmente, la Federación Aérea Catalana cuenta con un total de 1.808 pilotos federados y 78 clubs.

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