La formación necesita práctica
La Escola Agrària del Pallars forma a sus alumnos para la incorporación en el sector agroalimentario || Tres de ellos explican a ‘Cercle’ la experiencia de sus trabajos en diferentes empresas
Según el último informe de la Agència per la Competivitat de l'Empresa de la Generalitat, el sector agroalimentario catalán está formado por 3.922 empresas transformadoras alimentarias. De estas, gran parte son microempresas de entre 1 y 9 trabajadores. Para estas firmas, es muy gratificante poder recibir estudiantes en prácticas de formación. Suponen para los pequeños productores un refuerzo y una ayuda importante en sus negocios. Por su parte, el alumno tiene la oportunidad de disfrutar de su primera experiencia laboral y aplicar en la práctica, en una empresa agroalimentaria real, todo aquello aprendido en el ciclo formativo. Desde la Escola Agrària del Pallars se dieron cuenta de la realidad del sector agroalimentario de montaña: se necesitan estudios específicos que puedan cubrir dos carencias muy evidentes: dar salida, continuidad o impulso a la creación de nuevos proyectos del sector y, también, formar jóvenes cualificados para echar una mano a todos estos pequeños negocios que surgen en el territorio. Tres de sus alumnos explican la importancia que han tenido estas prácticas en su formación y vocación.
Ariadna Ramírez es de Piera (Anoia), tiene 21 años y está estudiando el curso de Eines per a la Transformació Agroalimentària de Muntanya. “Decidí formarme en la Escola Agrària del Pallars porque toda la enseñanza está orientada en los pequeños productores y a la artesanía alimentaria”, explica la joven, que lleva a cabo sus prácticas en la Fortmatgeria La Frasera de Vacarisses. “En la firma soy una trabajadora más y esto me permite experimentar toda la teoría que he podido adquirir con mis estudios. Tanto po lo que se refiere a la elaboración de quesos como la gestión de una empresa agroalimentaria de la industria láctea, añade. Para Ariadna su estancia en La Frasera ha representado la oportunidad de comprobar si realmente le gusta esta profesión, “soy muy joven y aún no tengo decidido mi futuro profesional, me gustaría seguir formándome”, relata, pero lo que sin duda tiene claro es que recomendaría a todos los estudiantes hacer prácticas, ya que “es una manera de aprender y acabar de interiorizar los conceptos adquiridos en la escuela”, concluye.
Por su parte, Emanuel Tecchia tiene 25 años y es de Lleida. También estudia el curso de Eines per a la Transformació Agroalimentària de Muntanya y decidió emprender estos estudios por la necesidad de conocer un sector nuevo con mejores oportunidades profesionales, ya que su formación siempre ha sido ligada al mundo de los deportes. Además, lo sedujo la idea de vivir un tiempo en una zona rural y poder emanciparse. Manu, como es conocido, ha realizado sus prácticas en la empresa Cansaladeries Carner de Lleida, donde “he compatibilizado las tareas del obrador con las de oficina, pasando por todo el proceso productivo de la empresa, desde la recepción de pedidos, pasando por el despiece, la transformación, hasta la comercialización,” cuenta. De esta experiencia destaca que le ha permitido averiguar cuál es el tipo de tarea que más le gusta, para encarar así su futuro profesional.
Vier Payà, el más veterano de los estudiantes, tiene 37 años y es natural de Igualada. Después de pasar 18 años en Barcelona trabajando en el mundo de la aviación, lo tentó la idea de huir de la ciudad y formarse en una de las profesiones que lo motivaban: la elaboración artesanal de queso. “Después de asistir a diferentes cursos especializados en esta materia, descubrí la Escola Agrària y vi la oportunidad de vivir en el territorio que tanto aprecio, el Pallars, y seguir formándome”, asegura Vier, que efectúa sus prácticas en la quesería Casa Mateu de Surp, en el Pallars Sobirà.
“Es una empresa familiar en que trabajamos 4 personas, lo que me permite formar parte de un equipo en el que todos hacemos de todo,” declara Vier, y añade que “un ciclo formativo sin prácticas no tiene sentido, ya que estas te ayudan a tener los pies en el suelo y comprobar si el deseo de dedicarte a una profesión no solo es un sueño, sino que es el trabajo que quieres hacer el resto de tu vida. Y así, ejerciendo de discípulos de aquellos que se han abierto camino en el territorio, superando toda clase de adversidades, sentimos que podemos ayudar facilitándoles el trabajo y obtener a cambio el regalo de sus conocimientos y, al mismo tiempo, unas relaciones auténticas que te hacen volver a casa exhausto, pero con una inmensa sonrisa en los labios”, confiesa.