Arbeca, un pueblo de pesebre en miniatura
Reproducción que Jesús Elies lleva más de 40 años construyendo
Desde hace aproximadamente 40 años, la planta baja de la casa de Jesús Elies de Arbeca es el escenario de un pesebre que puede visitarse durante todo el año y que, una Navidad tras otra, incorpora nuevas escenas. “Todo empezó cuando mi padre y mi madre eran novios y él viajó a Barcelona, donde compró las figuras del nacimiento”, explica su hija, Pilar Elies, que ejerce como médico de familia en las localidades de la Floresta, Els Omellons, l'Espluga Calba y Juneda. Desde entonces, este arbequino, al que le gusta construir todo tipo de maquetas y miniaturas, no ha dejado de hacerlo. “Yo siempre he visto el Belén en mi casa. Cuando era pequeña mi padre lo construía de obra, juntando piedrecitas, en el piso donde vivíamos, pero cuando tuve 12 o 13 años, ante las súplicas de mi madre, que veía como el montaje se eternizaba por el gran éxito de visitantes (un año lo desmontamos la víspera de la festividad de Sant Joan), decidimos instalarlo en el taller donde se encuentra actualmente.”
Durante todos estos años, Jesús ha reproducido en su Belén algunos de los edificios y las casas más emblemáticos de la localidad de Les Garrigues. Así, puede reconocerse el campanario, la fachada del ayuntamiento, el antiguo hospital, la plaza Major y las entradas de algunas casas, incluyendo la suya.
Jesús Elies, que ha sido el verdadero arquitecto y constructor del Belén, ha contado con la colaboración de su hija, que, actualmente, es la que continúa con la tradición familiar, y también con la de su esposa, Pilar Sánchez, que es la que se ocupa de los tejidos y de dar el visto bueno a las nuevas propuestas.
En los últimos años es Pilar Elies la que diseña y construye las nuevas escenas. Explica que “yo utilizo otros materiales más modernos y fáciles de manejar y tengo más facilidades de las que tuvo él para encontrar las figuras y otros elementos, ya que, gracias a los foros de aficionados en internet, puedo contactar con artesanos con los que antes era harto difícil encontrar.”
En total son unos 20 m² convertidos en un monumental pesebre en el que habitan unas 300 figuras, todas ellas de barro, obra de reputados figurinistas de Olot, Sevilla y Pamplona, así como algunas piezas italianas y provenzales. Un escenario en el que uno puede pasarse horas contemplando sus detallistas escenas. “No solo son importantes las construcciones, sino que hay mil y un detalles para recrearse. No se pierdan los interiores de las casas o las reproducciones en miniatura de los más diversos objetos, alimentos, personas y animales,” aconseja finalmente a Pilar Elies.
NUEVA INCORPORACIÓN
El pesebre estrena la escena de un mercado inspirado en el de Santa Caterina que se celebra a la localidad