Se cumplen 41 años de la muerte de Antoni Creus, el personaje más popular de la historia del Camp d'Esports

Cada año, coincidiendo con el mes de junio, un grupo de exjugadores de la ya desaparecida Unió Esportiva Lleida (hasta mediados de los setenta Unión Deportiva Lérida) se reúnen en el Tòfol, en torno a una mesa, para recordar la figura de Antoni Creus Pacheco, sin duda el personaje más popular de la historia del Camp d'Esports.

Allí hay, entre otros, nombres tan ilustres como Ismael, Puig Solsona, Jaimejuan, Linares, Pascual, Escolà, Iglesias, Reig, Tarrés, Aniano, Viladegut... Todos juntos tienen una cosa en común, en un momento dado de su etapa al club pasaron por las manos de este hombre, con fama de mal genio pero entrañable si se lo conocía, que fue masajista de la entidad desde 1939 hasta 1982, año de su inesperada muerte, a los 69 años.

Futbolista en el legendario Calaveras, las heridas sufridas a la Batalla del Ebro, durante la Guerra Civil Española, le hicieron colgar las botas, pero consiguió volver al club en 1939, como masajista auxiliar en el Lérida Balompié y posteriormente, como titular en el recién nacido Lérida. Su muerte, hace ahora 41 años, en junio de 1982, provocó una sentida manifestación de duelo con un funeral, el único que se ha hecho allí, en el mismo césped del Camp d'Esports y con el féretro llegando a hombros de jugadores y amigos. Aquella temporada, la 82-83, su lugar fue ocupado por otro masajista que también dejó huella al club, Miquel Genís.

Pero Pacheco fue algo más que el masajista y asistente del Lleida. Era un hombre para todo que tanto vendía los carnés de socio como adelantaba dinero de su bolsillo para que los jugadores cobraran el sueldo. Sus carreras desde la banda para atender a los lesionados eran aclamadas masivamente en el Campo d'Esports, el gran amor de su vida, juntamente, eso sí, con el restaurante Casa Vasca, los Sanfermines y los Armats de la Sang en la procesión del Viernes Santo.