Godàs, padre del Liceo Escolar

Cuando el 2 de noviembre de 1937, un bombardeo de la aviación fascista italiana sobre Lleida segó la vida de más de cincuenta alumnos del Liceo Escolar, además de cerca de doscientos civiles más, acabó con los centros docentes más prestigiosos de la ciudad y con el sueño de Frederic Godàs i Legido (1879-1920), un brillante maestro que, siguiendo la senda de otro ilustre pedagogo, Ferrer i Guàrdia, planteó la posibilidad de una enseñanza totalmente distinta a la que imperaba hasta entonces. 

Después de abrir dos pequeños centros en la calle Cavallers, en 1913 pudo abrir el definitivo Liceo Escolar, frente al antiguo Hospital de Santa Maria (ahora sede del IEI) y muy próximo al Casal de Joventut Republicana. Con un cuerpo central y dos laterales, con planta baja y tres pisos, llegó a acoger en su etapa dorada hasta 500 alumnos. 

Concebido también como un internado, el Liceo Escolar priorizaba, junto a las materias clásicas, la música, el teatro, el dibujo, las excursiones y, sobre todo, la actividad física y el deporte. Sin embargo, en el verano de 1920 todo se truncó. Godàs, con su esposa, Victorina Vila, emprendió un viaje a Noruega para conocer nuevas líneas pedagógicas. Una herida provocada por el cuello duro de la camisa le supuso una septicemia de la que ya no se recuperó. Hospedado en la casa de un maestro amigo, en la pequeña localidad francesa de Sénaillac-Latronquière, en el Midi-Pyrénées, acabaría falleciendo poco después. 

De hecho, Godàs sigue enterrado allí. El documental El braç de les fúries, de Jordi Guardiola y José Carlos Miranda, fue el primero en filmar imágenes de su tumba. Un colegio en Cappont honra su memoria, sí, pero lo cierto es que ningún gobierno municipal ha hecho gestión alguna para que sus restos mortales puedan ser trasladados, más de cien años después, hasta su Lleida natal.