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La huella de Antonio Guerra en Lleida

En su taller de la Avinguda Tarradellas, este leridano de adopción creó obras que forman ya parte
de la historia de Lleida || Un recorrido por la ciudad y las comarcas permite admirar su trabajo

Rosa Mari, hija del artista, ante la puerta de la Paeria.F.A.G

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Ahora que está a punto de cumplirse el centenario de su nacimiento (Madrid, 1928) y el cuarenta aniversario de su prematura muerte (Lleida, 1987), no está de más recordar la figura, injustamente olvidada, de Antonio Guerra, considerado el mejor artista de forja del siglo XX. 

Antonio Guerra con su esposa, Juana.F.A.G.

De su Madrid natal se trasladó a Tàrrega para ejercer como maestro de taller en la escuela de la capital del Urgell y, compaginando esta tarea, abrió su estudio en la Avinguda Tarradellas, donde llevó a cabo una larga serie de obras que forman ya parte de la historia de Lleida, llegando a tener, en su mejor momento, hasta 18 trabajadores. Su fallecimiento, de manera repentina cuando iba a iniciar sus vacaciones, a los 59 años, dejó una ingente cantidad de trabajos inacabados, pero la forja en Lleida continuó viva gracias a uno de sus discípulos más aventajados: Josep Carvajal, de reconocida trayectoria internacional.

La entrada a su taller de la Avinguda Tarradellas.IEI /Fons Gómez Vidal

 Ya jubilado, el relevo lo ha recogido su hijo Marc. Casado con Juana Álvarez, hija del propietario del legendario e icónico Lo Baratillo de la calle Major, tuvo cuatro hijos: Juan Antonio, Rosa Mari, Paloma y Fernando, que han intentado que su legado continúe vivo. El sueño de Antonio Guerra y el de sus cuatro hijos era conseguir abrir un museo en la ciudad sobre su obra, habida cuenta que el maestro tenía la costumbre de realizar una copia a escala de sus grandes realizaciones, pero lo del museo, por el momento, no tiene visos de hacerse realidad, aunque, si se desea, pueden admirarse sus trabajos en un almacén, propiedad de la familia, en Corbins, con cita previa. Pero, en cualquier caso, pueden admirar sus artesanales diseños simplemente paseando por Lleida. 

A través del Eix Comercial puede detenerse en la Diputació de Lleida y ver el escudo que preside su vestíbulo. En la Paeria, la puerta principal, encargada por el entonces alcalde Ernesto Corbella y que siempre consideró su mejor obra. En el IEI, las dos puertas de acceso, por Blondel y plaza de la Catedral; la capilla de la Acadèmia Mariana o los ornamentos en las iglesias de Sant Joan y Sant Llorenç. 

Monumento en Corbins.F.A.G

En los Camps Elisis pueden ver el tractor del paseo central y, en el Camp d’Esports, el escudo de la UE Lleida (ahora modificado para que cupiera Lleida Esportiu), encargado por el presidente Pepito Esteve y que luce en la fachada de la tribuna junto al relieve en memoria de Antonio Creus Pacheco, que lleva la firma del escultor Leandre Cristòfol. En la Seu Vella, pueden admirarse lámparas y candelabros, pero sobre todo el monumento a la memoria de Enric Granados. Eso por lo que hace referencia a Lleida ciudad, pero la huella de Guerra también se hace notar en diferentes comarcas de Ponent, como la gigantesca corona que preside el edificio de la Universitat de Cervera; La Passió de Vielha, con una cruz de más de seis metros, o el Crist de Mig Aran, entre Vielha y Bossòst; el monumento de la plaza Europa en Sant Guim de Freixenet, el dedicado a la sardana en Corbins, o el belén que figura en el monasterio de Les Avellanes, su último trabajo.

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