El Condes de Urgel: los 64 años de un gran hotel de Lleida
Inaugurado en febrero de 1960, el Condes de Urgel se convirtió en la joya de la corona de la hostelería leridana || En 1975 abrió sus puertas el nuevo Condes, justo enfrente, actualmente cerrado
Cuando en 1957, Antonio Rocafort, gerente de la empresa Autotractor, con sus hermanos Justo, Ramon y Joan, decidió trasladar la gasolinera existente en la Avenida de los Mártires y ubicarla en la nueva variante de la N-II, en la prolongación de la Avinguda de Les Garrigues, acompañada de un snack, como mandaban las ordenanzas de la época, poco podía pensar que, poco después, se convertiría en la joya de la corona de la hostelería leridana.
Con un Hotel Palace, en Blondel, ya en horas bajas, y una serie de establecimientos de menor rango, Lleida carecía de un establecimiento de primer nivel. En 1958 llegó el permiso de obras desde la Paeria y el 20 de febrero de 1960 se inauguraba el Condes de Urgel. Luego, con el traslado en 1975 al nuevo, justo enfrente y por desgracia ya cerrado, el recinto acogió un karaoke, una bolera, una brasería y una discoteca. El Condes de Urgel se convirtió en todo un referente de la ciudad.
Un referente
Todo evento social que se preciase, como el premio Urriza, tenía que celebrarse en los salones del local.
El arquitecto Lluís Domènech dirigió las obras y la decoración corrió a cargo del interiorista Barcelonés Ramon Jové: suelos de mármol, maderas nobles, separadores de forja, paredes estucadas y baños completos con radiadores en los toalleros. Todo ello apuntalado por una impecable selección de personal, coordinada por el director Emilià Astudillo, que estuvo al frente del hotel hasta 1977 y consiguió poner el nombre de Lleida en el mapa.
Ministros y altos cargos del franquismo hacían siempre parada en él en sus trayectos desde Madrid, junto a figuras de la talla, entre otros, de Salvador Dalí, Orson Welles, Xavier Cugat, Raphael, Julio Iglesias, Alfredo Kraus..., encabezados por los futuros reyes de España, Juan Carlos y Sofía, a principio de los 60, todavía novios. La cocina también rozaba La perfección con Josep Maria Sanvicente primero y Joan Mujal después. De hecho, clientes se desplazaban desde Madrid o Barcelona para comer o cenar.