El asesino de Cervera saldrá de la cárcel al cumplir 17 de sus 30 años

Serafín Cervilla, el vecino de Cervera que fue condenado en 2001 a 36 años de cárcel (de los que 30 debían ser de “prisión efectiva”) por la muerte y violación de su novia Marina Ruiz en febrero de 1999, podrá disfrutar de permisos de salida a partir del primer trimestre de 2018 si supera un curso para agresores sexuales en la penitenciaría, según han informado a SEGRE fuentes judiciales. Cervilla está pendiente de realizar el Programa de Intervención para Agresores Sexuales (SAC). En el supuesto de que lo supere y lo apruebe la dirección general de Servicios Penitenciarios, la cárcel prevé que tenga sus primeras salidas programadas en poco más de un año, informaron las citadas fuentes. Considerando que debía cumplir condena efectiva hasta 2031, ya que ingresó en 2001 en el Centre Penitenciari Ponent, saldrá con permisos 13 años antes del cumplimiento íntegro de la condena. Este diario intentó recabar sin éxito ayer la versión del departamento de Justicia sobre la información facilitada por fuentes judiciales.

El Código Penal de 1973 preveía para los presos redenciones por trabajo (un día por cada dos trabajados), pero la reforma de 1995 las eliminó. Desde entonces, las condenas deben cumplirse íntegras, con un máximo de 20 años salvo para casos especialmente graves, en los que el cumplimiento puede ser de 30. Ese límite de 30 años fue solicitado por la Fiscalía y establecido por la sentencia en el caso de Cervilla por la extrema gravedad del crimen, pero lo cierto es que el recluso podría disponer de permisos regulares (que serán perfectamente legales) de salida en un año si se cumplen las previsiones.

Encabezó manifestaciones para que se cogiera al culpable Cervilla pasó de ser un novio supuestamente destrozado por la muerte de Marina, encabezando manifestaciones en las que reclamaba que encontraran al asesino de la mujer con la que iba a casarse, a convertirse en el principal sospechoso. Fue detenido ocho meses después del asesinato como único responsable de la brutal muerte de Marina Ruiz, asesinada el 15 de febrero de 1999 en el polígono de Cervera. Le golpeó en la cabeza, la desgarró y la estranguló, según la sentencia. Un molde de la dentadura del acusado que, según los forenses, se correspondía con un mordisco que presentaba la víctima en un pecho fue clave para considerarle culpable. Los Mossos sospecharon de él porque depositó un ramo de flores en el lugar exacto donde se produjo el crimen, que sólo el asesino conocía.