COMERCIOS GRANDES SUPERFICIES
Cervera abre el nuevo híper y cierra una década de batallas urbanísticas
Esclat Bonpreu estrena local con más de 3.000 metros cuadrados y 56 empleados || Tras numerosos litigios por la ubicación de superficies comerciales en la ciudad
Cervera estrenó ayer el nuevo hipermercado de la cadena Esclat Bonpreu y dejó atrás una década de litigios urbanísticos que han tenido como trasfondo la instalación de nuevos establecimientos comerciales en la capital de la Segarra. El interés de algunos propietarios de fincas en acogerlos y la voluntad de dueños de comercios de alejarlos de sus negocios se tradujo en recursos judiciales e incluso en investigaciones penales, todas archivadas tras no hallar el menor indicio de delito. Una batalla entre intereses enfrentados que se trasladó también al terreno político en la Paeria.
La apertura al público del nuevo local, con 3.142 metros cuadrados al pie de la N-II y un aumento de plantilla (pasa de 29 a 56 trabajadores), estuvo precedida por un acto inaugural la tarde del viernes. Allí el alcalde, Ramon Royes, se declaró “emocionado” y reconoció haberlo “pasado mal” hasta llegar a materializar el proyecto. “No todo el mundo dio apoyo”, recordó, en alusión a las alegaciones y recursos que trataron de impedir la construcción del hipermercado en esta zona.
Las complicaciones no terminaron con la autorización de las obras. Fueron necesarios siete meses de movimientos de tierra y compactar 24.000 toneladas de tierra y grava en lo que había sido un antiguo vertedero. Allí se encontró una bomba de la Guerra Civil, que se hizo estallar de forma controlada el 24 de marzo. El responsable de zona de la cadena, Josep Maria Ortiz, bromeaba el viernes sobre este último imprevisto: “En Cervera sois la bomba”, dijo.
Con todo, la polémica por las superficies comerciales de Cervera es muy anterior al gobierno de Royes. Se remonta al mandato de Joan Valldaura y a los últimos años de Salvador Bordes al frente de la Paeria. El proyecto para un establecimiento de Mercadona y el traslado de Bonpreu alentó una batalla por la ordenación urbanística de la ciudad, que debía delimitar las zonas donde se instalarían estos nuevos comercios. Mutuas críticas y acusaciones a raíz de esta cuestión entre grupos políticos congelaron durante más de una década el Poum de Cervera. En las elecciones de 2015, dueños de fincas impulsaron una candidatura para evitar, sin éxito, que Royes repitiera como alcalde.