Empresarios de Les Borges proyectan convertir Masia Salat en un geriátrico

Convertir el hotel Masia Salat, cerrado hace más de tres años, en una residencia geriátrica es el objetivo de una veintena de empresarios, comerciantes, industriales y particulares de Les Borges Blanques. Con este fin se reunieron la semana pasada ya que su intención es crear una sociedad participativa de accionistas abierta a todos los vecinos de la capital de Les Garrigues a los que se convocará en breve para explicarles la iniciativa y consultarles si quieren formar parte de ella. Así lo explicó ayer uno de los promotores, Josep Valero (propietario de un establecimiento de ropa en la ciudad), que puntualizó que “somos conscientes de la dificultad de la tramitación ya que será un proceso farragoso transformar un hotel en centro para la tercera edad. Sin embargo, estamos dispuestos ya que la infraestructura está en muy buenas condiciones, tiene la capacidad idónea (65 habitaciones) y espacio para distintos servicios”, remarcó.

Valero incidió en la necesidad de la comarca de un equipamiento de este tipo “donde la mayoría de las residencias tienen lista de espera” por el envejecimiento de la población que cada día precisa de una mayor atención. Añadió que “el proyecto está abierto a la ciudadanía de Les Borges, a Les Garrigues y a toda Lleida”.

En la reunión estuvieron presentes representantes de la inmobiliaria que gestiona los bienes del BBVA (ver desglose), entidad financiera propietaria del inmueble, que busca compradores para el hotel y que está abierta a todo tipo de negociación, según remarcaron fuentes del banco. También asistieron el alcalde de Les Borges, Enric Mir, y varios concejales. El primer edil indicó que es una idea que cuenta con todo el respaldo del ayuntamiento aunque “hay un gran número de condicionantes, especialmente urbanísticos, que hay que trabajar” para que el proyecto fructifique tras esta primera reunión.

Más de tres años cerrado a la espera de un inversor solvente El hotel de Masia Salat fue adquirido por el BBVA por impagos de sus antiguos propietarios, la familia Riera, en 2014. El pasado año lo sacó a la venta por 1,3 millones después de limpiar y acondicionar la infraestructura, que presentaba un verdadero estado de dejadez. Al lado de la N-240 y con 3 estrellas, abrió en 2007 y, de hecho, mantener esta función ha sido una de las posibilidades que se ha barajado en el tiempo en que ha estado cerrado ante la falta de equipamientos de este tipo en la capital. El BBVA también es dueño del restaurante, ahora desmantelado. Sus extrabajadores esperan ser indemnizados por la empresa que lo gestionó antes de su cierre.