ESNOTICIA
Trashumancia, pese a todo
Unos pocos ganaderos mantienen vivo el tradicional tránsito de rebaños del llano al Pirineo || Edificios e infraestructuras cortan las cañadas y solo una ínfima parte de ellas está catalogada
Miles de ovejas echan a andar este mes en Lleida conducidas por un escaso puñado de ganaderos. Menos de diez mantienen la trashumancia tradicional, cuyo futuro no solo está cuestionado por la falta de relevo generacional. Hay obstáculos en los caminos que la hacen posible y solo una ínfima parte está catalogada para protegerla en el futuro.
La imagen de miles de ovejas recorriendo como un río blanco las antiguas cañadas que conducen al Pirineo en primavera ha pasado de ser algo frecuente hace medio siglo a convertirse en una rareza hoy en día. Los ganaderos que mantienen viva la trashumancia tradicional no suman ya ni una decena en Lleida y el más joven ha cumplido los cuarenta. La situación se agrava al comprobar que conducir los rebaños hasta los pastos de montaña es una tarea cada vez más ardua. Las sucesivas leyes que han protegido las vías pecuarias desde la Edad Media no han impedido que las corten carreteras sin pasos adecuados para el ganado; ni que se hayan alzado todo tipo de construcciones sobre ellas.
Las rutas de la trashumancia y sus ramificaciones abarcan todas las comarcas de Lleida. Sin embargo, solo 37 municipios las tienen catalogadas, y su longitud supone una ínfima parte del total: los principales ejes desde el llano al Pirineo rebasan de largo los 800 kilómetros, mientras que los escasos tramos que forman parte del registro deAgricultura apenas suponen minúsculos fragmentos de cada uno de ellos. Catalogar estos caminos es el primer paso para protegerlos, aunque en muchos casos el daño ya está hecho.
Ganaderos del Berguedà, la Garrotxa, el Garraf y el Alt Penedès llevan este año sus rebaños a Aran
Los principales ejes de la trashumancia entre el llano de Lleida y el Pirineo suman cientos de kilómetros
“El polígono del Segre de Lleida y los silos construidos durante el franquismo en Els Alamús son dos buenos ejemplos”, señala Josep Ramon Camí, reconocido experto en la materia, al enumerar construcciones que ciegan cañadas históricas. Camí participó en la elaboración del mapa de caminos rurales de Catalunya que la Fundació Món Rural publicó en 2010. Desde entonces ha sido un documento de referencia que reúne datos fruto de trabajos de campo, pero también recurre a fuentes históricas para completar tramos que ya no existen.
Segmentos de cañadas “devorados” por el avance de cultivos en las fincas que las flanqueaban, cabañas de pastores en ruinas o desaparecidas y mojones de piedra que las señalizaban robados o destruidos son otras de las amenazas a las rutas tradicionales de la trashumancia. Y a estos se suman otros problemas cuyo origen es a menudo mucho más reciente.
“Llevo las ovejas a Durro desde que me echaron de Aran”, afirma con ironía Ramon Farré, ganadero de Tamarit que iniciará la próxima semana el camino a pie hasta la Alta Ribagorça, un lugar que considera una muy buena alternativa. “Tuve suerte de encontrar el lugar donde voy ahora”, dice. El paso de ovejas por el túnel de Vielha quedó vedado en 2007 con la inauguración del nuevo paso subterráneo. Dos años después, Fomento reservó la antigua galería a zona de evacuación en caso de emergencia y prohibió que pastores y rebaños la transitasen. Desde entonces, el ganado solo puede atravesarlo en camiones, una opción que Farré descartó.
“Demasiado caro”, valoró, y apuntó que, de todos modos, los pastos que arrendaba años atrás en Aran son los que ahora ocupa el Conselh Generau para agrupar rebaños y protegerlos de ataques del oso. “También el oso ha contribuido a echarme del valle”, añade con sorna.
Otros ganaderos, en cambio, sí recurren a camiones para trasladar las ovejas a los pastos de montaña y, ya puestos, llevan el ganado por carretera a distancias que no habrían podido recorrer a pie. Es el caso de seis ganaderos del Berguedà, la Garrotxa, el Garraf y el Alt Penedès que suman esfuerzos y comparten gastos por primera vez este año para fletar tráilers y cargar en ellos a unos tres mil ejemplares de oveja ripollesa hasta Arties. Uno de ellos, Miquel Cases, explica que no participarán en la agrupación de rebaños para protegerlos del oso, pero el Conselh Generau les aporta un cercado donde guarecer a los animales.
Entre quienes recorren el camino entre el llano y el Pirineo a pie y quien lo hace cargando el ganado en camiones, un ganadero de Les Garrigues ha optado por un término medio: llevarlo por carretera hasta Benabarre y a pie desde allí, en un viaje por etapas que deberá finalizar en julio en la boca sur del túnel de Vielha. Marc Feixa, de Castelldans, explica que lo hace así desde hace 15 años para evitar las complicaciones del tramo que rodea la ciudad de Lleida.
La capital del Segrià y su entorno, donde antaño era habitual el paso de rebaños, se ha convertido en un mal a evitar para la mayoría de los ganaderos trashumantes. Quienes han emprendido a pie este año el camino desde el llano hasta las montañas con sus ovejas lo han hecho desde lugares apartados de la ciudad, sea desde pueblos de la Franja de Aragón o desde localidades como Gimenells.
Pese a todas las complicaciones, otros factores han favorecido la conservación de los caminos ganaderos históricos. Uno de ellos han sido las concentraciones parcelarias, que han preservado los trazados originales o han fijado alternativas para el paso del ganado. Esto es algo que tiene un peso mayor que en años anteriores a la hora de proyectar infraestructuras. Por otra parte, crece el interés por mantener este patrimonio histórico y por aprovechar la ganadería extensiva de ovejas como medio para la prevención de incendios forestales.
castelldans/
tolva
Las tres mil ovejas de Marc Feixa, ganadero de Castelldans, pacerán este verano en Aran. El viaje desde Les Garrigues comenzó el pasado 27 de mayo y concluirá en julio en la boca sur del túnel de Vielha, tras unos días en el Pirineo oscense. Las primeras 1.700 viajaron en camiones hasta Benabarre. Desde allí emprendieron la marcha hasta el pueblo de Cajigar, donde el resto del rebaño llegó también por carretera. “Hasta hace 15 años hacíamos todo el recorrido a pie”, explica Feixa. “Dejamos de hacerlo porque recorrer el tramo de Lleida nos resultaba muy penoso”, añade.
La variante de la autovía A-2 en Lleida se convirtió en el peor obstáculo del recorrido: su trazado cortó la cañada a su paso por la partida de Torres de Sanui. “Hay un puente para cruzarla, pero nos obligaba a invadir una finca privada al otro lado”, recuerda. Carreteras y edificios, explica, se interponen en el trazado de la antigua cañada real que recorre los términos de Lleida, Malpartit (Torrefarrera), Alguaire y Alfarràs para luego adentrarse en Huesca hasta llegar a Aran.
“Hoy en día es una etapa difícil y que provoca estrés a las ovejas, porque el camino les obliga a apretarse demasiado entre ellas”, concluye. Aunque el rebaño hace buena parte del recorrido en camiones, Feixa mantiene la etapa final a pie. “Es la parte que más me gusta de mi trabajo”, apunta. “Cuando estamos cerca de Vielha suele apuntarse algún amigo para acompañarnos y disfrutar del paisaje”, añade. A sus 46 años, es uno de los ganaderos más jóvenes entre los pocos que mantienen viva la trashumancia en Lleida.
Pese a las dificultades, considera que “con el tiempo ha aumentado la sensibilidad a la hora de conservar los caminos ganaderos”. Como ejemplos, señala que la construcción de la línea del AVE a su paso por Les Garrigues incluyó pasos para los rebaños y que la concentración parcelaria en los secanos de Alguaire permitió redibujar la cañada y ofrecer una alternativa de paso que se mantuvo incluso con la construcción del aeropuerto.
Lleida
Antoni Deu Durano, ganadero de Juneda, fue el primero en iniciar este año la trashumancia desde el llano de Lleida hasta el Pirineo. Partió el pasado día 22 de mayo, cuando emprendió desde Gimenells el camino con sus 1.300 ovejas y dos pastores (un hombre y una mujer) que le llevaría seis días después hasta los pastos de Cardet, en la Alta Ribagorça. No recurrió a camiones para transportar el ganado.
“Somos muy pocos los que hacemos esta travesía completamente a pie. La mayoría la hacen en camiones, puesto que hay que cuidar de los animales y vivir a la intemperie día y noche”, explicó el mes pasado, cuando emprendía el viaje.
Mientras que Deu y Ramon Feixa, de Castelldans, se cuentan entre los más jóvenes entre los que llevan a cabo la trashumancia cada año, Ramon Farré, de Tamarit, ve cerca la jubilación. A sus 65 años, afirma que la trashumancia de este año podría ser la última para él. “Mientras las fuerzas aguanten me gustaría seguir, pero ya veremos”, concluye.
Sea cargándolo en camiones o conduciendo el ganado a pie, la trashumancia exige que los ganaderos se ciñan a toda la normativa sobre sanidad animal. Esto implica controles de enfermedades como la brucelosis para evitar su propagación y notificar al departamento de Agricultura el origen y la destinación de los animales en el trayecto de ida y de vuelta.
Mapa que mezcla realidad y recuerdos, guía para recuperar cañadas históricasEl mapa de caminos ganaderos elaborado por la Fundació Món Rural, entidad impulsada por el departamento de Agricultura, se ha convertido en la guía para la catalogación y la protección de las cañadas históricas. La conselleria lo incluye en su propia biblioteca de cartografía digital, que permite cotejarlo con los escasos tramos que actualmente están registrados. En su elaboración participaron desde agentes rurales en el trabajo de campo hasta estudiosos que recurrieron a fuentes documentales y entrevistas para llenar los “vacíos” allí donde la antigua vía pecuaria no podía verse ya a simple vista.