'De una idea loca nació esta fiesta única'

Gemma Ribera, Toni Viladrich, Trini Camats o Josep Maria Viola son solo una mínima parte de la esencia de esta celebración única y peculiar. Detrás de ellos hay otros igual de representativos que hace tres décadas iniciaron una de las aventuras más singulares de la capital de la Noguera aunque sin saber que la experiencia juvenil de esa tarde mayo de 1985 llegaría a alcanzar la repercusión que ha tenido la Transsegre hasta la actualidad. El paso del río por Balaguer ha marcado el talante de la ciudad y el tramo de los cuatro kilómetros del entorno de Balaguer de los 160 del río Segre, ha sido el más aprovechado desde el punto de vista de la navegación con las típicas construcciones artesanales de maderas y neumáticos. “Hemos sentido mucho orgullo durante años, nos gustaba que la gente nos hablara bien de la Transsegre, era una satisfacción ver que el público disfrutaba y que sin quererlo cada año se sumaban más participantes”, explican. “ Ha sido ilusionante, amábamos la fiesta y la queremos, la sentíamos nuestra y pasábamos medio año en preparativos”, señalaron. Más de treinta años capitaneando los descensos les hicieron innovar de lustro en lustro, desde la seguridad en las embarcaciones y los tripulantes a ingeniárselas para financiar todos los actos paralelos que se iban sumando. “Las barras, los conciertos, el espectáculo pirotécnico...fueron necesidades que creó y generó la propia fiesta, más allá de la pura aventura de bajar por el río con una barca”, apuntan. Las vieron de todos los colores, incluso después de la muerte de una joven de Bellpuig de 18 años en el 1988 que se ahogó al salir del partidor de Gerb. “Ese trágico suceso nos obligó a replantearnos muchas cosas, incluso continuar, pero seguimos apostando por reivindicar la recuperación del espacio natural del río de una manera divertida”. A partir de ese año solo pudieron inscribirse mayores de 18 años. La misma colla de amigos que se embarcaron en este viaje “con un espíritu de puro divertimento” vivieron también situaciones de lo más inverosímiles. Recuerdan con “simpatía” el gol que les marcó Monsieur Maignent en 1990, que se dio a conocer como delegado belga de la CEE y que quería dar a conocer la fiesta por Europa. Después de disfrutar de la hospitalidad de Balaguer, este individuo se despidió a la francesa, y días después, se supo de su estafa y que tenía antecedentes policiales en Francia y orden de expulsión de España. Situaciones que recuerdan desde la nostalgia y ahora no entienden la falta de relevo generacional actual, “para nosotros era importante, nos la sentíamos nuestra, cuesta entender que no tengan ilusión, son herederos de una fiesta única. Aprendimos a ser responsables y profesionales”. No se imaginan que pueda peligrar, algo que pasó ya en el 2000 por el déficit acumulado, y fue rescatada por el ayuntamiento, pero saben que “todo tiene un principio y un final”, sostienen.

¿Ha peligrado la celebración de la Transsegre este año?

Tenemos un problema grave de relevo generacional. Si le sumamos los nuevos requisitos a que obliga la ley respecto a la seguridad, la continuidad de la fiesta se ha puesto encima de la mesa. Aún así, las ganas de fiesta nos llevaron a apostar por la celebración.

¿Cómo ha cambiado?

Lo que ha cambiado es la manera de disfrutar de la gente. Parece que sin alcohol no se puede hacer el descenso, y eso es incierto. Hay pocas barcas “sanas”. La esencia de la fiesta recae en disfrutar del río evitando al máximo el peligro.

¿Qué tiene que atrae tanto ?

Su peculiaridad, el ritmo enloquecido del abordaje en un espacio natural como el río, el compañerismo y las ganas de pasarlo bien con los amigos.