COMARCAS
Juneda: 30 años de la tragedia
Diez niños, de 3 a 5 años, y cinco adultos murieron al arrollar un tren un microbús que cruzaba las vías
Hoy se cumplen 30 años del accidente entre un tren y un bus escolar en Juneda, la peor tragedia vivida en Lleida en su historia reciente. El tren arrolló el vehículo cuando cruzaba por un paso a nivel sin barreras. Fallecieron 10 niños de entre tres y cinco años, cuatro monitoras y el conductor del microbús. Otros 15 niños resultaron heridos.
Usted, con su padre, fueron los primeros en llegar al lugar de la tragedia. ¿Qué recuerda?
Puede que no recuerde lo que comí ayer, pero de aquel día lo recuerdo todo. Hay cosas que no se olvidan nunca. Estábamos en la granja y vimos pasar el autobús, con los niños tan contentos, saltando. A los diez minutos oímos un ruido muy fuerte y ya nos imaginamos lo que había pasado.
El accidente supuso un antes y un después y en la provincia desde 1988 se han suprimido 89 pasos
¿Qué fue lo primero que hicieron cuando llegaron al lugar?
Entonces no había móviles. Mi padre se fue a Les Obagues para que alertaran de lo que había ocurrido y yo me quedé allí. A los niños que estaban mejor los fui juntando. Estaban aturdidos y llamaban a sus madres. Recuerdo que pensé: si Dios realmente existiera, esto no habría pasado.
Supongo que le costaría reponerse de una cosa así.
Durante un par de días no podía ni comer. Una cosa así te afecta mucho. Cuesta rehacerse, y más todavía siendo joven.
Y marca para toda la vida...
Piense que yo a esos niños los vi pasar cinco minutos antes de morir. Una cosa así te marca, claro, y empiezas a ver las cosas de otra manera. Ahora estás aquí y en cinco minutos no sabes dónde estarás. Hay que vivir el día a día.
¿Qué recuerda de aquel día?
Estaba destinado en el parque de Balaguer y nos activaron. Sabíamos que íbamos a un accidente muy grave.
Debió ser terrible.
Sin duda alguna. Aunque sepas a lo que te vas enfrentar y vayas predispuesto mentalmente, son situaciones que te acaban superando. Fue desolador.
¿Estuvieron muchas horas trabajando? ¿En qué consistió la intervención de los Bomberos?
Diría que unas siete horas. Hicimos lo que pudimos con los medios que teníamos por aquel entonces. Nada comparable con la formación y los medios que tenemos ahora.
Póngame ejemplos.
Entonces teníamos formación muy básica en primeros auxilios y no había prácticamente material para rescatar personas atrapadas. Además, el personal de Creu Roja eran jóvenes que hacían el servicio militar, no sanitarios como el SEM tiene ahora.
¿Le afectó animicamente?
Los primeros días tras la tragedia fueron muy duros. En los 35 años que llevo en el cuerpo de Bombers no he vuelto a vivir una situación de esta magnitud. Lo que provoca más dolor en intervenciones de estas características es que las víctimas sean niños.
La envergadura del drama no solo golpeó brutalmente a la sociedad leridana, sino a toda España, que se unió al dolor de las familias de las víctimas. La reina Sofía estuvo presente en la Catedral de Lleida en los multitudinarios funerales por los pequeños en los que se leyó un telegrama remitido por el papa Juan Pablo II para expresar su dolor y tristeza por un accidente que marcó un antes y un después. Por encima de todo, para las familias de las víctimas, de fallecidos y supervivientes. “Era una realidad demasiado dura para que los padres de los niños fallecidos pudieran aceptarla. Costaba mucho que nosotros, los profesionales que estábamos allí para ayudarles, no acabáramos llorando con ellos”, recuerda el psiquiatra Àngel Pedra, que formó parte de los voluntarios (entonces no se disponía de equipos coordinados como los actuales para hacer frente a tragedias de esta magnitud) que atendía a las familias en la improvisada morgue que se instaló en el Santa Maria.
Aquel día negro para las comarcas de Ponent también supuso un punto y aparte en lo que a seguridad ferroviaria se refiere con una operación de supresión de pasos a nivel de la que se benefició toda España, aunque todavía queda mucho trabajo por hacer en este campo (ver desglose) a pesar de que hayan pasado ya tres décadas.
La tragedia tampoco quedó exenta de un proceso judicial. Fue en 1992, más de cuatro años después, cuando la Audiencia de Lleida dictó sentencia por la vía civil, ya que la vía penal se archivó. Renfe y la aseguradora del autocar fueron condenadas a indemnizar a las víctimas con 247 millones de pesetas (actualmente serían algo menos de 1,54 millones de euros). El tribunal estimó que el conductor no respetó la señal de ‘Stop’ del paso a nivel sin barreras y que la compañía ferroviaria incumplió la ley porque ese paso debía estar vigilado por un guarda de tráfico. Ni el paso de los años ha curado tanto dolor.
El día de la tragedia, el hospital Santa Maria habilitó un espacio como morgue y usted ya trabajaba allí entonces.
Estaba en el hospital como psiquiatra y nuestra labor fue atender a los familiares que venían a reconocer los cadáveres de los niños. La situación era dramática porque cuesta aceptar una realidad así, tan dura. Yo en aquella época tenía un niño de 4 años y al final acabábamos todos llorando.
¿Cómo se organizaron para hacer esta primera atención?
Entonces no funcionaba un servicio tan organizado como el que hay hoy en día para atender este tipo de tragedias. Así que el personal que estábamos allí nos ofrecimos voluntarios para poder hacer aquella primera atención a los padres que habían perdido a sus hijos.
¿Cómo se les atiende en un momento tan trágico? ¿Qué se dice?
Es que en un momento así no se les puede decir nada. Lo único que hay que hacer es dejar que lloren y que expresen el dolor o el malestar que tienen dentro. La labor de los profesionales que atendemos situaciones como esta es escuchar.
Lleva muchos años de carrera como psiquiatra en las comarcas leridanas, ¿volvió a vivir momentos tan duros como aquellos?
Nunca. Esta ha sido sin duda la experiencia profesional más dura de mi vida. Cuando ocurrió el accidente de helicóptero de Torallola, por ejemplo, ya había un equipo organizado para atender a los familiares. En cambio, en el caso de Juneda no y allí se juntaba también que era una tragedia que afectaba a muchas familias de Lleida y también la corta edad que tenían las víctimas.
Una experiencia inolvidable, desde luego...
Treinta años después sigo recordando perfectamente aquel día. Es una cosa que no olvidaré nunca y que la tendré presente mientras viva.
Ponent tiene todavía 58 pasos a nivel, 35 sin barreras La tragedia de Juneda supuso un antes y un después en la política de seguridad ferroviaria en lo que a pasos a nivel se refiere. Y es que desde aquel 25 de marzo de hace tres décadas, cuando las comarcas leridanas contaban con la friolera de 147 pasos a nivel, tanto el Administrador de Infraestructuras Ferroviarias del Estado (Adif o en su defecto Renfe) como Ferrocarrils de la Generalitat de Catalunya (cuando obtuvo traspasos de líneas) se afanaron a eliminarlos. Desde entonces, Adif ha suprimido en Ponent 85 (una docena en 1991, otros 21 un año después, 12 en 2002 y una decena en 2010) y la Generalitat hizo lo propio en 2005 con tres más de la línea de La Pobla y tiene en proyecto eliminar ocho más. Pero aún con todo, queda mucho trabajo por hacer porque a día de hoy la provincia de Lleida tiene todavía hoy en su territorio 58 pasos a nivel, de los que 35 no cuentan con barreras automáticas de protección, como tampoco tenía el de Juneda en el momento de la tragedia. No obstante, cuentan con medidas de protección adicionales como pueden ser la señalización luminosa a través de semáforos (presentes en la gran mayoría de los que no disponen de barreras) o bien acústica, aunque en cuatro casos solo hay una señal de stop y otros tantos se encuentran situados en caminos particulares donde generalmente la única protección es una cadena.