TRIBUNALES JUICIO POR EL DOBLE CRIMEN DE ASPA
Los neurólogos afirman que el cazador sabía lo que hacía cuando disparó a los dos rurales
Los forenses niegan que Rodríguez sufra una patología mental que pudiera dejarle en blanco cuando ocurrió el doble crimen || Un perito de la defensa dice que el acusado sufre “un trastorno explosivo”
Los neurólogos que declararon ayer en el juicio por el doble crimen de Aspa aseguraron que el acusado, Ismael Rodríguez Clemente, sabía lo que hacía en el momento que disparó y mató a los agentes rurales leridanos Xavier Ribes, de 43 años, y David Iglesias, de 39. Así lo señalaron ayer en la tercera y última sesión de la vista celebrada en la Audiencia de Lleida tras más de 20 horas de juicio y una treintena de testigos. En sus declaraciones, los neurólogos Alejandro Quílez y Pilar Granés descartaron que el cazador sufra la epilepsia que alega la defensa y, sobre las ‘ausencias’ que dice sufrir, los expertos señalaron que en cualquier caso estas serían de segundos y que no podría haber disparado un arma. Sobre la supuesta epilepsia, Granés consideró que es “una historia increíble” y que no conoce ningún caso que un paciente haya cometido un acto violento a causa de esta patología.
En la misma línea, los psiquiatras forenses señalaron que Rodríguez no sufre ningún trastorno psíquico y tiene una “personalidad antinormativa”, y añadieron que era consciente de que lo que hacía era “muy grave”. Por su parte, el psiquiatra Àngel Pedra apreció una personalidad antisocial en el acusado, al que definió como una persona “fría, sin empatía ni remordimiento y al que le gusta saltarse las reglas”, como vender pastillas en la cárcel. En su opinión, sabe qué hace y por qué lo hace. “Este tipo de personas cuanto más grande la montan, más satisfechos están”, señaló este psiquiatra respecto al acusado. Por su parte, otro psiquiatra presentado por la defensa señaló que el cazador sufre un “trastorno explosivo intermitente”. También declararon ayer peritos de balística de los Mossos d’Esquadra y del Instituto Nacional de Toxicología, quienes confirmaron que los cuatro disparos que acabaron con la vida de Ribes e Iglesias se hicieron con el arma del acusado y a muy corta distancia, de entre seis y poco más de un metro.
En la recta final del juicio, Ismael Rodríguez Clemente hizo uso de su derecho a decir la última palabra y leyó una carta dirigida a las familias de las víctimas, que decidieron abandonar la sala para no escuchar las palabras del acusado. En su misiva, el cazador pidió perdón a las familias de los dos rurales asesinados en varias ocasiones y reiteró que no sabía por qué había cometido los hechos. “Las personas nos equivocamos y cometemos errores”, señaló. A partir de hoy los miembros del jurado popular comienzan a deliberar.
La Fiscalía mantiene 48 años y la defensa pide que se le exima Una vez finalizadas las declaraciones de los testigos, las acusaciones y las defensas presentaron sus informes ante el jurado popular, que deberá emitir un veredicto, que se prevé que se conozca mañana. La Fiscalía mantuvo su petición de una condena de 48 años y cuatro meses de cárcel para Ismael Rodríguez Clemente, vecino de Vacarisses (Vallès Occidental) y de 30 años, por dos delitos de asesinato, atentado a la autoridad y tenencia ilícita de armas. El Ministerio Público solo modificó su acusación para incluir un delito contra la fauna y la flora al ver probado que el cazador estuvo en el coto de Aspa sin haber pagado el acceso. Según la fiscal, ha quedado acreditado que el acusado, pese a tener la licencia caducada, quería seguir cazando y que por eso puso el arma a nombre de un amigo. El Ministerio Público señaló que Rodríguez “mató a los rurales para encubrir que no tenía licencia y que no había pagado el coto”, y lo hizo porque “su pasión es la caza”. La acusación particular y la popular también pidieron una condena por dos asesinatos al apreciar que hubo alevosía porque atacó por sorpresa a las víctimas. Por su parte, la defensa admitió la autoría de la muerte de los rurales y pidió una condena por dos homicidios y la aplicación de los atenuantes de confesión y alteración psicológica. En este último caso, de apreciarse, pide que se declare la inimputabilidad del acusado.