COMARCAS
Veinte años sin la vieja Tiurana
La nueva población reconstruida en Solés reivindica servicios pendientes para asegurar su futuro
El agua del pantano de Rialb inundó hace ahora veinte años las casas de Tiurana, en la Noguera, que desapareció bajo el último gran embalse construido en el siglo XX. Los vecinos que han vuelto a levantar la población al lado de la ermita de Solés reclaman que se cumplan las promesas que el Estado les hizo para poder asegurar su supervivencia
Hace veinte años que los últimos habitantes de Tiurana abandonaron sus casas ante la amenaza de Rialb. El fantasma del pantano comenzó a crecer a partir de la década de los setenta cuando el Estado ya barajó la posibilidad de construir un gran embalse en el Segre para garantizar los riegos históricos del Canal d’Urgell y nuevos regadíos como el Segarra-Garrigues y los abastecimientos de boca. La amenaza se hizo realidad a primeros de 1992 cuando se iniciaron los trabajos para levantar la presa de la última gran obra de ingeniería hidráulica del siglo XX que obligó a casi 300 vecinos a dejar sus hogares. Hoy, los últimos habitantes de aquella población de la Noguera, reconstruida al lado de la ermita de la Mare de Déu de Solés, no están muy contentos. Consideran que el Gobierno central no ha cumplido sus promesas y que la Generalitat no hace más que poner cortapisas a su desarrollo centrado en el turismo y los servicios. Josep Carabassa, ex vecino de la antigua Tiurana, afirma que las compensaciones que dieron a finales de los noventa “no compensaron el trauma de dejar tu casa. Algunos piensan que fue más que suficiente. Ya hubiera sido el colmo si nos hubieran dado cuatro duros por dejarnos sin vivienda, sin trabajo, sin tierras ,y sin raíces. Con todo, las expropiaciones del AVE estuvieron mucho mejor pagadas”.
Tiurana basa su futuro en la recuperación de sus habitantes, una premisa que pasa por tener las infraestructuras necesarias para explotar el lugar para el turismo y volver a ser el pequeño pueblo tranquilo y sin vehículos en el centro, ya que es peatonal. Esto pasa por contar con un buen servicio de fibra óptica, del que ahora carece, para atraer a nuevas empresas “puesto que ya tenemos demandas de este tipo aunque no les podemos asegurar que cumplan sus expectativas”, afirma el alcalde en funciones, Àngel Villarte, que ya lleva más de diez años en el cargo y que volverá a revalidarlo tras las municipales. Otro de los puntos vitales es poder construir más casas que se sumen a las 25 que ya hay. Urbanismo ya ha dado luz verde al plan para su expansión, pero contempla la construcción de 120 casas, algo difícil de conseguir si no es por fases que definan el crecimiento puntual para dar respuesta a peticiones de edificar cuatro o cinco de una vez, “algo que estamos negociando con la conselleria de Territorio, que pone en el mismo rasero todos los crecimientos turísticos como si Tiurana fuera Salou”, asegura Villarte. Buscar nuevos vecinos comportaría aumentar la población. Por ahora ya hay pequeños entre bebés y menores de cinco años, que hace concebir la esperanza de abrir una escuela pequeña. “No lograremos que los que se fueron o sus hijos vuelvan, aunque algunos lo han hecho, pero sí que vengan nuevos pobladores que busquen una nueva forma de vivir y se sumen a los casi 80 que ahora somos”, indicó Villarte.