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AGRICULTURA NUEVOS CULTIVOS

Ensayo internacional en Maials sobre el cultivo de la trufa y el cambio climático

Con riego de apoyo, en una hectárea en la finca experimental de la Diputación

Diferentes técnicos trabajando en la finca experimental de Maials donde hay 300 encinas truferas.

Diferentes técnicos trabajando en la finca experimental de Maials donde hay 300 encinas truferas.SEGRE

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El Centro Forestal de Catalunya, ETSEA de Lleida y el Instituto Forestal Suizo están liderando un proyecto en Maials para saber cómo compiten dos especies de trufas, la negra ‘tuber melanosporum’ y la de verano ‘tuber aestium’ para adaptarse mejor al cambio climático y escoger la superficie idónea en la que se adaptarán en un futuro estos hongos

Técnicos del Centro Tecnológico Forestal de Catalunya (CTFC), el Instituto Forestal Suizo y la Escuela Técnica de Ingeniera Agraria de Lleida (Etsea) están llevando a cabo un ensayo con dos especies de trufa, la negra (tuber melanosporum) y la de verano (tuber aestium), para ver cuál de los dos hongos se adapta mejor al cambio climático. Se trata de hacer una “competición” entre ambos y ver cómo reaccionan en su producción en función del riego de apoyo que se les aplica y la temperatura, según explicó Daniel Oliach, responsable del área de defensa de bosque del CTFC. Los ensayos se llevan a cabo en una hectárea con 300 truferas de la finca experimental de la Diputación en Maials. Oliach explicó que las producciones podrían verse reducidas por el calentamiento del clima y una mayor frecuencia de sequías intensas. “La producción de trufa está asociada a condiciones húmedas y frías, y la sequía podría influir ya que afecta al crecimiento de los árboles como la encina, en cuyas raíces se desarrollan las trufas”.

Con este estudio también se busca conocer cómo las raíces se adaptan mejor al cambio climático y a la sequía y cuál de las dos es más competitiva ante situaciones hídricas límite. Cabe recordar que la mayor parte de las parcelas productoras de trufa de Lleida se asientan en zonas de escasa precipitación y suelos degradados, por lo que el riego es una labor básica para obtener una cosecha continua y homogénea. Los árboles en los que ahora se está actuando en Maials se plantaron hace cuatro años y los primeros resultados demuestran que la trufa negra “se está adaptando muy bien a determinadas situaciones hídricas, frente a la trufa de verano que ya de por sí crece en ambientes más secos”.

La trufa de verano es similar a la trufa negra, ambas son de clima mediterráneo con marcada estacionalidad y tormentas estivales, pero siendo menos exigente que la negra en cuanto a las necesidades hídricas para aumentar su producción. Oliach explicó que el estudio va más allá de estos primeros resultados y que se irán repitiendo con análisis más específicos en raíces y también en el ADN.

Noguera y Solsonès, líderes en producción

El cultivo de la trufa negra en Catalunya en la última década se ha incrementado hasta llegar a superar las 1.000 hectáreas plantadas y cada año ha sumado entre 60 y 80 hectáreas. Las comarcas de la Noguera y el Solsonès lideran el volumen de las plantaciones catalanas con el 70% de la superficie de este cultivo en todo el país. La Noguera y el Solsonès son las más productivas, aunque les siguen de cerca el Alt Urgell y Les Garrigues, según datos del Centre Tecnològic Forestal de Catalunya. En este sentido, el 95% de la trufa que se recoge en Lleida y en el conjunto de Catalunya se exporta a Europa, sobre todo a Francia e Italia, EUA y China.

Precisamente, en la Noguera es destacable el aumento de las plantaciones, sobre todo desde que el cultivo está reconocido como agrícola y se puede optar a las ayudas de Agricultura y del Plan de Desarrollo Rural (PDR). Las mejores localizaciones para el cultivo de la trufa negra están en zonas de media montaña (entre los 600 y los 1.300 metros de altitud). En toda España, principal productor mundial de trufa negra junto a Francia e Italia, se calcula que hay unas 13.000 hectáreas y que la producción llega a las 45 toneladas. El aumento de cultivos de este tipo de hongo se debe a su fuerte demanda, siempre al alza, y la alta rentabilidad que tienen las explotaciones que requieren un regadío.

Se calcula que una vez están en pleno rendimiento las explotaciones, se pueden recoger entre 25 y 30 kilos por hectárea, mientras que el precio medio de venta oscila entre los 350 euros el kilo y los 600 euros, aunque ha llegado hasta los 1.000 euros. Asimismo, el premio de la trufa de verano es mucho más bajo y puede variar en función de la calidad y producción, oscilando entre los 150 y los 500 euros el kilo.

Diferentes técnicos trabajando en la finca experimental de Maials donde hay 300 encinas truferas.

Diferentes técnicos trabajando en la finca experimental de Maials donde hay 300 encinas truferas.SEGRE

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