Alfarràs no quiere perder el hilo

La antigua colonia textil de Alfarràs vuelve a mostrar señales de vida, catorce años después de cesar la producción. Abrió en 1896 como Colònia Casals y cerró sus puertas más de un siglo después, en 2005, bajo la denominación de Mitasa. Tras más de una década de abandono, varios factores se han sumado en los últimos meses para revertir el deterioro del viejo complejo industrial.

En primer lugar, un empresario leridano reactivará este año la producción de energía hidroeléctrica del complejo. El ayuntamiento, dueño de los inmuebles, adjudicó la concesión del salto de agua el pasado marzo. En segundo lugar, una iniciativa ciudadana insta a conservar este patrimonio histórico y convertirlo en el eje de nuevas actividades económicas.

El adjudicatario del salto de agua ha iniciado obras para ponerlo en funcionamiento a finales de este mismo año

Quienes reivindican dar uso a los edificios defienden que es un medio para combatir el desempleo

El inicio de las obras del salto de agua y la reivindicación de dar nuevos usos a este espacio llegan cuando el nuevo consistorio surgido tras las elecciones inicia su mandato con subvenciones otorgadas por valor de 455.000 euros. Tienen como fin instalar un museo y un albergue en las edificaciones, así como recuperar una de las naves para actividades lúdicas y culturales.

El movimiento vecinal para dar uso a la antigua colonia textil se presentó el pasado día 14, con una conferencia que planteó otras posibles actuaciones en la antigua colonia. En esa sesión, el historiador Ramon Dalfó, autor de investigaciones sobre las fábricas textiles de Casals y Viladés (ambas impulsadas por el Marquès d’Alfarràs) planteó convertirla en sede de un futuro Museu de Pinyana: el inicio de una ruta que incluya los complejos textiles, el Molí d’Alfarràs y otros elementos del patrimonio industrial y mostrarlos junto a la actividad agrícola y el medio natural que rodea el Canal de Pinyana. El colectivo plantea crear mesas de participación para decidir los usos de este espacio con representantes de entidades, formaciones políticas y empresarios, entre otros. Lo consideran un medio para combatir el elevado índice de desempleo del municipio, de alrededor del 20% y entre los más altos del Segrià.

Por su parte, el nuevo alcalde, Joan Carles García (JxCat), se declaró dispuesto a buscar acuerdos con los impulsores de esta iniciativa y dar uso a este espacio de propiedad municipal. Sin embargo, apuntó que las actuaciones “no deben hipotecar el ayuntamiento”, cuya capacidad de inversión al margen de subvenciones cifró entre 50.000 y 60.000 euros al año. Una suma modesta que debe cubrir también otras necesidades como reparar aceras. García señaló que incluso con las ayudas ya otorgadas “el ayuntamiento deberá aportar más de 180.000 euros para las obras” de las arcas municipales. “Son números difíciles de cuadrar”, apuntó.