MUNICIPIOS DESPOBLACIÓN
Sant Serni, el colmo del abandono
Este núcleo de Torà es un claro ejemplo de los efectos devastadores de la despoblación en las zonas rurales y de la falta de inversiones en infraestructuras y equipamientos || La vegetación y las malas hierbas invaden las calles y espacios públicos apenas sin mantenimiento alguno en años
Cualquiera que quiera llegar hasta la localidad de Sant Serni, en la carretera de Torà a Ardèvol, deberá esquivar un firme parecido a circular por encima de un queso emmental, con agujeros de un diámetro que pueden superar los dos metros y con una profundidad de entre 10 y 15 centímetros. Sus 7 vecinos, 25 si contamos los de las masías del núcleo, decidieron señalar en rojo cada agujero y poner la leyenda reivindicativa “ajuntament de Torà” como protesta y para evitar que los usuarios del tramo no se dejen las ruedas en el asfalto. Explica el alcalde, Magí Coscollola, que la actual carretera, que es la única vía directa de comunicación con la localidad de Ardèvol en el Solsonès, era un camino y que el consistorio asfaltó estos 11 kilómetros hace más de tres décadas para mejorar la comunicación con los núcleos y masías de los términos de Sant Serni, Claret y Lloberola. Coscollola lamenta que las diversas administraciones, tanto la Diputación como la Generalitat, nunca han querido afrontar una intervención en el tramo y “para un ayuntamiento pequeño como el nuestro, la actuación supera las posibilidades de inversión”.
Cuando se llega a la población, la vegetación apenas permite poder distinguir los accesos y, en la calle Major, ésta nos cubre perfectamente la cintura. El vecino Joan Querol comenta que la cortan un par de veces al año. El itinerario nos lleva hasta la iglesia de Santa Maria, un antiguo templo ya documentado en el año 806 propiedad del obispado. El entorno podría pasar perfectamente como decorado de un western mejicano. Entre la humedad de las viejas paredes puede vislumbrarse que alguna vez estuvieron pintadas y decoradas, y ahora solo quedan algunos tonos diluidos. El suelo no es apto para tacones y los bancos amontonados en una parte de la nave, están perfectamente esculpidos por las termitas. Si es de día no hace falta luz, entra directamente por los agujeros de techo y paredes. De hecho, entrar en la iglesia ya requiere una buena dosis de valentía. En la parte exterior, entre la maleza se vislumbran cinco columbarios, aunque las tumbas del suelo hace años que no se ven. Cuando fallece algún vecino, tienen que abrir camino.
El primer edil lamenta la falta de inversión de las administraciones para mejorar los accesos
Si volvemos al pueblo, nos saluda el óxido de los columpios y, bajo estos, una trampilla semi abierta de casi un metro por donde pasa la red de aguas. Si intentamos seguir esta canalización y desagües comprobamos que la cosa no mejora, hay tramos en los que el hedor se hace inaguantable. Comenta una vecina que la canalización de aguas residuales ha contaminado los pozos de agua que abastecían tanto a la población como a las masías más cercanas.
Por último, y no menos importante, visitamos el local social de este núcleo de Torà, una antigua y magnífica mansión de dos plantas en fase de abandono total y con una entrada impracticable. Si no se pone remedio, los vecinos dicen que el pueblo deberá cerrar sus puertas en pocos años y el propio alcalde admite la necesidad de afrontar una actuación importante para frenar la degradación.