MUNICIPIOS URBANISMO
Mollerussa: el resurgir del centro
La capital del Pla renueva su cara más visible para competir a nivel comercial || Una zona reivindicada por sus vecinos a lo largo de la historia como punto neurálgico del tejido social
Mollerussa cuenta desde principios de año con un renovado centro, una reforma urbanística que ha abarcado principalmente las plazas Manuel Bertrand, Major, Pla d’Urgell y de l’Ajuntament, y ha incluido no sólo mejorar su aspecto sino también convertirlo en peatonal, con un objetivo competitivo y transversal que permitiera potencial el espacio como zona comercial y ser punto de encuentro social como sede de actividades. Un proyecto ambicioso cuyo coste final llegó hasta los 2,6 millones de euros. No son simples obras en una plaza cualquiera, sino la reforma del corazón de Mollerussa, su imagen y uno de sus puntos de referencia destacados. Y la ciudad es consciente de ello, desde siempre. Un ejemplo claro fue le movimiento vecinal Volem plaça que surgió el 1974 y que tuvo como principal misión conseguir derribar tres antiguas casas que se encontraba en la zona que ocupa actualmente la plaza de l’Ajuntament. El objetivo: que el municipio tuviera una plaza grande que se convirtiera en su punto neurálgico, con las aspiraciones de una Mollerussa moderna y con perspectivas de futuro, tal y como se expone en el estudio Mollerussa tots a una: plaça de l’Ajuntament hecho por Ton Solé y Esteve Mestres, de Mascançà. Fue decisiva la actuación de un gran número de vecinos que se reunían, sin ánimo de lucro, los miércoles para compartir ideas y proyectos que tuvieron repercusión social, artística y cultural y fue punto de partida del asociacionismo local.
Emulando dicho espíritu, el consistorio organizó una consulta popular para decidir la nueva configuración de su centro actual. Y es que la capital del Pla nació básicamente en esta zona. En 1880, la plaza Manuel Bertand era conocida como la del Pozo. Precisamente, las obras de reforma pudo descubrir dicho hoyo y que ahora se puede admirar, a través de unos cristales que lo recubren. En esa época, la ciudad se agrupaba bajo una iglesia del siglo XVII, situada en la zona que ocupa actualmente el consistorio y derribada durante la Guerra Civil. A su lado estaba la Casa Forta, que, entre otras funciones, albergó el consistorio hasta 1950, cuando se derribó para construir el nuevo templo de Sant Jaume y la alineación de la N-II a su paso por la ciudad, una vía que en un futuro deberá convertirse en un paseo comercial y de paso, tal y como contempla el proyecto de reforma del centro votado por los vecinos.