SUCESOS ÓBITO
El Pallars despide a 'El Palanca'
Un funeral en la iglesia de Sant Vicenç de Alins despidió ayer a mediodía a Jordi Riba Segalàs, también conocido como El Palanca. Fue uno de los propietarios de Tor y el último protagonista de la tragedia que desde los años ochenta ha acompañado al nombre de esta montaña del Pallars Sobirà. Las disputas sobre la propiedad y el uso de esta vasta superficie limítrofe con Andorra llegó a desencadenar tres asesinatos. Más de dos decadas después de aquellos hechos, los restos de Riba descansan en el panteón de su familia en el cementerio de Alins, tal como el fallecido había dispuesto en sus últimas voluntades. Los sobrinos que trataron de impedirlo meses atrás accedieron finalmente a enterrarlo en la sepultura familiar. La muerte le llegó a Riba ya octogenario, como consecuencia de una insuficiencia respiratoria, en la vivienda del pueblo de Baro donde pasó sus últimos años en compañía de un allegado. Fue el único protagonista de los hechos de Tor que falleció en su propia cama por causas naturales. Defendió a lo largo de su vida los usos tradicionales de la montaña, como pastos y explotación forestal. Esto suponía un aislamiento que propició que Tor se convirtera en zona de paso para el contrabando a través del puerto de Cabús.
La posición de Riba le enfrentó a Josep Montané, de casa Sansa, quien quiso promover la construcción de pistas de esquí en colaboración con el empresario andorrano Rubén Castañé. Las tensiones entre ambas partes culminaron en julio de 1980, cuando dos empleados de Castañé mataron a tiros a dos trabajadores de Riba. Fueron condenados a 8 años de prisión y el proyecto de esquí cayó en el olvido. Una sentencia declaró a Montané como único dueño de Tor en 1995 y en julio de ese año apareció muerto, víctima de un crimen nunca resuelto.