REPORTAJE ARQUITECTURA POPULAR
El patrimonio cultural más frágil
Las construcciones de tapia están presentes en todos los municipios del llano pero su vulnerabilidad, la falta de protección e impuestos sobre ellas amenazan su futuro || Un congreso las reivindicará en marzo tras décadas en que su conservación ha estado en manos de agricultores y entidades
Uno de los tesoros más notables y sensibles del llano de Lleida es la arquitectura popular. Sin embargo, la tenemos tan interiorizada que muchas veces nos pasa desapercibida. Pozos, pletas, saltos de agua, cabañas, márgenes, bancales y otros elementos dan forma al territorio y explican su economía y el uso que hacían de los recursos naturales. De las técncias empleadas, la más común es la edificación en tapia. Sin embargo, también es la que está desapareciendo más deprisa. Tan pronto como cae el enlucido que protege el barro sin cocer, estas construcciones quedan amenazadas.
La tapia es la hermana más pobre de las edificaciones históricas. Es la menos protegida y la que, por su fragilidad, requiere mayor conservación. Podemos descubrirla a cada paso en todos los municipios del llano de Lleida. Las vemos en pueblos dando forma a casas y almacenes, y también a campo abierto. Solo en Sant Martí de Maldà, el historiador Miquel Torres documentó más de cien hace 20 años.
Se conservan vestigios de construcciones en tapia en los primeros asentamientos de los íberos
La construcción en tapia es ancestral y se encuentra ya en los primeros asentamientos ibéricos. Es una construcción humilde y, si bien hubo gente cuyo oficio era levantarlas, en muchos casos fueron los mismos agricultores quienes las construyeron, pidiendo prestados moldes y el prensadores de tierra.
En muchos casos solo presentan una pequeña puerta y una ventana. En otros tienen grandes ventanales y una gran puerta de dos hojas. También la encontramos combinada con otras construcciones, como es el caso del Molí de la Torre de Sant Martí: comenzó en la Edad Media con solo una torre de vigía de piedra y de planta cuadrada, que luego se amplió con un molino de tapia. Ya en la Edad Moderna, se volvió a ampliar con sillares de piedra y se convirtió en una masía con molino y una gran área para guardar el ganado. La Torre, que hoy hace visibles esos tres momentos sufre un fuerte deterioro que arroja dudas sobre su futuro.
Los agricultores han mantenido este patrimonio durante generaciones y hoy diversas asociaciones impulsan también iniciativas para conservarlo. Entre ellas, destaca la que comenzó en el año 2000, cuando el arquitecto Josep Mora creó la asociación Amics de l’Arquitectura Popular. Veinte años después, trabajan en esta línea desde el grupo Leader de Ponent y el Grup de Recerques de les Terres de Ponent hasta entidades locales como la Associació de Patrimoni de Torà e incluso grupos de deporte como BTT la Segarra. Estos últimos recuperaron la semana pasada la ermita de la Providència en Briançó. También la Marxa dels Castells pretende dar a conocer la belleza del territorio de secano mediante el deporte.
Frente a este impulso a la conservación de la tapia, otras acciones recientes la han perjudicado gravemente. Ejemplo de ello fue la revisión catastral que, en los últimos años, empezó a gravar construcciones agrícolas sin uso, algunas de ellas edificaciones de tapia. Entre sus propietarios, no faltó quien redujo a un montón de tierra y piedras lo que habían sido vestigios de la arquitectura popular. La protección de estos elementos es nula. Solo de forma puntual, algún ayuntamiento como el de Tàrrega aprobó en 2009 ayudas de hasta 3.000 euros para recuperar elementos del patrimonio histórico. A iniciativa del Institut d’Estudis Ilerdencs y con apoyo de entidades como Mascançà, Leader de Ponent y el consell del Pla, los días 26 y 27 de marzo se celebrará en Mollerussa el Congrés de la Tàpia a les Terres de Lleida.
“Deberían crear incentivos para la recuperación de este patrimonio” El historiador Miquel Torres, presidente del Grup de Recerques de les Terres de Ponent, será uno de los ponentes del congreso sobre la construccion con tapia. Considera que “la administración debería hacer atractivo para el agricultor recuperar este patrimonio”, frente a normativas que “solo sirven para que la gente lo destruya”.