El ocaso tras más de un siglo de Farinera Balcells

Este año ha cerrado tras más de un siglo de trayectoria la Farinera Balcells de Concabella, en Els Plans de Sió. Se trata de la última de un gran proyecto familiar que consiguió instalar media docena de harineras en el llano de Lleida. Las desplegó también en los municipios de Tàrrega, Torà, Artesa de Segre, Cervera y Guissona.

Ha cerrado sus puertas la Farinera Balcells de Concabella. La sede es un edificio imponente, cuyas formas son parte de la memoria colectiva de la Segarra cuando se cruza el río Sió a la altura de Ratera. La jubilación del dueño da carpetazo a un gran proyecto empresarial familiar que comenzó en Guissona hace 110 años y que mantuvo sedes en seis poblaciones del llano de Lleida.

Comenzó en 1911, cuando un joven de Cervera, Jaume Balcells Fabregat, se afincó en Guissona y levantó una harinera a la que puso el nombre de su padre, Ramon Balcells. El edificio en la avenida de Cervera, rehabilitado tras la Guerra Civil, fue el primer paso de un gran proyecto que se extendió a otras poblaciones.

La familia Balcells Esteve fue fundadora del Sindicato de Guissona en 1904 y del Ateneu en 1923

En 1924, Balcells adquirió el Sindicato Agrícola Católico de Torà, que dirigiría su hermano Antonio. El edificio en la plaça de La Creu fue incendiado al final de la Guerra. Reabrió posteriormente, funciónó hasta los años setenta y fue demolido hace dos décadas. En 1931 se le sumó la harinera de Tàrrega, un ejemplo notable de la arquitectura modernista industrial catalana. Situada junto a las vías del tren, tuvo una parada propia para dar salida a su producción, de 40.000 kilos de harina al día. El empresario compraba directamente el grano a los agricultores, sin intermediarios.

Un año después, en 1932, puso en marcha la Farinera Verge del Carme de Artesa de Segre y puso al frente a su hermano Ramon. Funcionó hasta 1982.También en su ciudad natal, Cervera, mantendría un molino y un almacén de harinas situado en la actual rotonda donde confluyen la avenida de Guissona y la de Agramunt. Durante la Guerra Civil, el edificio de Guissona fue incautado y posteriormente incendiado. Mientras buscaba proveerse de la maquinaria en Inglaterra y en Alemania para poder reabrirla, compró una pequeña harinera en Concabella propiedad de la familia Recasens. Allí levantó un nuevo edificio y rasladó la producción de Guissona en 1952. El proyecto fue creciendo fuera de Lleida con otras dos instalaciones en Aranda de Duero y en Granollers.

El negoció se expandió en la posguerra y cada harinera estaba dedicada a una Virgen. Así, la de Tàrrega estaba dedicada a la de Montserrat; la de Artesa de Segre, a la del Carme; la de Torà, a la dels Àngels, la de Granollers, a les Neus, y la de Concabella al Roser.

En los años 40, en la sede central de Guissona, el farmacéutico Ramon Pujol, casado con la hija de Jaume Balcells, proyectó además productos de éxito como mantequilla, leche en polvo, leche condensada y el llamado Xicaol. Este último fue una iniciativa pionera, que supuso de fabricar cacao en polvo soluble para mezclar con la leche. Colacao y otras marcas comerciales actuales surgieron con posterioridad, y algunos de sus propietarios quisieron contar con la colaboración de Pujol para sus propios proyectos. Este, sin embargo, optó por quedarse en la Segarra con su farmacia, que todavía hoy mantiene abierta, y la fábrica de harinas.

La família Pujol Balcells es una de las familias de trayectoria notable en Guissona. Algunos de sus miembros han participado en la fundación del sindicato en 1904 y del Ateneu en 1923, entre otros proyectos. También hubo entre ellos juristas de renombre.

Las pequeñas harineras y los hornos de pan desaparecen en la mayoría de poblaciones. Guissona ha pasado de tener siete hornos hace 40 años a solo uno en la actualidad, mientras que el número de habitantes se ha cuadruplicado a lo largo de las últimas cuatro décadas. La gente consume menos pan que enronces, y pocas personas menores de 50 años saben hoy en día qué es comprar una arroba (10,4 kilos) de este producto. Asimismo, el descenso de la demanda del pan que elaboran los panaderos se debe principalmente al consumo generalizado de pan industrial. Suele estar recién hecho y su precio puede llegar a una tercera parte del elaborado de forma artesanal.