La frontera natural más espectacular

Mont-rebei es una de las joyas naturales del Pirineo. Entre Huesca y Lleida, el Jussa, la Noguera y la Ribagorza oscense, es la brecha que separa ambas provincias, un desfiladero en la cola del pantano de Canelles que este año está pletórico de belleza, ya que las lluvias los han llenado como nunca. Con una capacidad de casi 680 hectómetros cúbicos, está al 97% de su capacidad, por lo que la garganta brilla con las tonalidades azules y verdes del agua y la vegetación entre paredes de piedra.

Es un lugar privilegiado que hace disfrutar de paisajes exóticos sin salir de Lleida, y también un paraíso para la navegación en varias de sus modalidades, el senderismo y los deportes de aventura que cada año atraen a miles de visitantes. Recorrerlo es disfrutar al máximo de la naturaleza, ya que combina la belleza de los caminos con la sensación de vértigo a la hora de atravesar pasarelas o subir escarpadas escaleras. El curso del Noguera Ribagorçana, frontera natural entre Catalunya y Aragón, ha propiciado crear puentes de unión para recorrer este paraje idílico que acerca dos territorios distintos pero con muchos puntos en común.

Pese a separar Catalunya y Aragón es un importante nexo de unión para el territorio que comprende

Además de la naturaleza, los pueblos del congost de Mont-rebei y de Canelles ofrecen fauna, flora y joyas arquitectónicas como la ermita de La Pertusa, en lo alto de una cima desde la que se ve el embalse.

Todos estos atractivos solo tienen un inconveniente: la masificación que llegan a provocar los amantes del deporte y los turistas que en algunos momentos llenan un paraje de postal, mientras vehículos estacionados se acumulan en una y otra parte del congosto. Por eso se buscan soluciones para que el éxito de público no desluzca una de las perlas de la geografía pirenaica.

Medidas para evitar la masificación en este enclave

La Diputación de Huesca y la de Lleida están inmersas en la elaboración de un plan de gestión del enclave que tendrá que estar lista a finales de año. El objetivo es buscar estrategias para la regulación del acceso a la zona que evite la masificación que pone en riesgo la protección de este enclave natural y permita escalonar la afluencia de visitantes. Definirá los usos que se permiten en cada zona, la capacidad máxima de los estacionamientos y contempla la posibilidad de limitar los aforos y de cobrar un precio publico por entrar. Lleida y Huesca a portarán 60.000 euros para iniciar la gestión del enclave. Ambas instituciones ya abordaron esta problemática en otoño del pasado año al quedar patente el colapso que provocaba la llegada masiva de visitantes a la zona.