GANADERÍA INNOVACIÓN
Abre una granja ecológica pionera en Lleida con 65 hectáreas para 240 cerdas al aire libre
Da un nuevo uso a suelo agrícola de Les Garrigues que estaba en gran parte abandonado || Una explotación de madres en sus primeros pasos que supera con mucho la normativa sobre bienestar animal
Fincas agrícolas de L’Albi, muchas de ellas abandonadas desde hacía años, tienen ahora un nuevo uso, inédito en Lleida y en la mayor parte de Europa. Acogen una granja de cerdos al aire libre, con una extensión de 65 hectáreas para 240 madres. Es una explotación ecológica que supera con mucho los requisitos para este tipo de producción, así como los de las normas sobre bienestar animal. El proyecto está aún en sus primeros pasos y su promotor quiere reunir a 600 madres en 100 hectáreas en uno o dos años, para alcanzar una producción anual de 15.000 cerdos.
Una cerca de 3,5 kilómetros rodea la explotación, dividida en 900 parcelas de entre 500 y mil metros cuadrados delimitadas por pastores eléctricos (cable electrificado). Cada una tiene casetas y bebederos con agua corriente. Dispensadores automáticos identifican a cada ejemplar por el chip que lleva consigo y le expiden la cantidad de comida que necesita.
La puesta en marcha de esta explotación ha supuesto una inversión inicial de más de 2 millones
La inseminación de las hembras comenzará la próxima semana. Tras el parto, amamantarán a sus camadas en parcelas individuales de 500 metros cuadrados durante seis semanas (la normativa exige cuatro). Las gestantes estarán en pequeños grupos y compartirán parcelas de hasta mil metros cuadrados. Los primeros lechones deberán nacer en marzo y, al crecer, pasarán a una granja ecológica de engorde en Els Omellons.
Tanto esta como la granja de L’Albi son de la empresa Ramaderies Miqueló. Su propietario, el ganadero Eduard Cau, diseñó su explotación al aire libre basándose en un modelo conocido como free range o outdoor, extendido en países como Reino Unido, EEUU y Australia. Sin embargo, esta incorpora algunas innovaciones. “Normalmente, este tipo de granjas funcionan dos años y luego el suelo que han ocupado se deja en reposo durante 15 años”, explicó Cau. La de Les Garrigues, en cambio, está concebida para perdurar en su ubicación actual y favorecer al mismo tiempo la regeneración del suelo.
Para hacerlo posible, los animales ocupan alrededor de un 15% de la superficie de la granja y cambian de parcelas cada una o dos semanas. Las que dejan atrás estarán vacías 5 o 6 meses. De este modo vuelve a crecer la hierba, que supone hasta el 20% de la alimentación de los cerdos; mientras que las deyecciones fertilizan el suelo sin concentrar dosis que puedan contaminar las aguas subterráneas. Esta explotación no requiere balsas para almacenar purines ni instalaciones para tratarlos.
Al margen de la hierba de las parcelas, cereales y proteína vegetal suponen el 80% de la dieta de los cerdos. Agricultores de la zona se han pasado a la producción ecológica para suministrar a esta granja. Una vez esté a pleno rendimiento, requerirá unas 5.000 toneladas de cebada ecológica y otros productos como soja y guisantes. Para alimentar a los animales, Cau investiga la producción ecológica de estos cultivos mediante rotaciones en 60 hectáreas en Juneda, Balaguer y San Esteban de Litera (Huesca). Allí prueban diferentes combinaciones, en busca de optimizar tiempo y uso del suelo. El objetivo es desarrollar una guía para los agricultores que se conviertan en proveedores de esta granja, que hasta ahora ha supuesto una inversión de más de dos millones de euros. Con costes de producción que superan tanto a los de las granjas convencionales como las ecológicas, Cau espera obtener también unos precios de venta superiores (ver desglose).
“Hay una nueva demanda para una producción más sostenible” La granja porcina al aire libre tiene costes de producción mayores a los de una convencional, pero el precio de venta de la carne obtenida mediante prácticas ecológicas es “más del doble”, según Cau. “Hay demanda de producción de calidad y sostenible”, dijo. Dueño también de una granja intensiva convencional, constató que competir en este sector con las grandes empresas es cada vez más difícil y decidió diversificar su actividad con ganadería ecológica para un único cliente: la empresa Masia Tero, con Teòfil Camí al frente. Cau y Camí han colaborado en varias iniciativas, como la cooperativa Gap para la gestión de purines y el proyecto de Nova Tracjusa.