ESNOTICIA
Aprender a vivir de nuevo
Falta de movilidad, fatiga, confusiones, ansiedad o estrés postraumático son algunas de las secuelas físicas y psicológicas que sufren los enfermos graves que han superado la Covid-19 || Terapeutas inician la recuperación ya en la UCI para que superen el aislamiento y recuperen su autonomía
Secuelas. Esta es la palabra más temida para los enfermos graves que han vencido a la Covid-19. El virus les ha llevado al borde de la muerte y, pese a superarlo, ha hecho mella en su cuerpo y en su mente. A nivel físico, los síntomas más evidentes son la pérdida de peso, la falta de movilidad o la fatiga. A nivel, psicológico pueden padecer ansiedad, visiones y estrés postraumático. “Son pacientes que pierden prácticamente el 100% de sus capacidades funcionales y, por ese motivo, ya ha empezamos a trabajar en la recuperación desde que se despiertan en la UCI”, explica Míriam Sanjosé, terapeuta ocupacional en el hospital Arnau de Vilanova. Desde marzo ha atendido a unos 80 pacientes, la mitad de ellos graves y que habían pasado varias semanas en la UCI. Sanjosé comenta que “son personas que no han estado conscientes durante muchos días por lo que pierden la noción de la realidad. En la UCI ya hacemos un trabajos de estimulación para que sepan donde están, en que día estamos, etcétera”. Además, con el hándicap del poco contacto que pueden establecer, al ir con los equipos de protección, y al estar aislados de los familiares. Rosa Maria Pérez, profesora de Psicología Social en la UdL, asegura que “hay que tener en cuenta que esta situación de aislamiento, con una falta de contacto desde la familia hasta con los sanitarios, les genera un sentimiento de indefensión. Además, hay que sumar que tampoco hay una respuesta científica por lo que todavía se siente más vulnerables”. En este sentido, Pérez refiere que “es muy posible que sufran estrés postraumático, similar a si hubieran sufrido una catástrofe o un accidente de extrema gravedad”. Además, la psicóloga afirma que “es lógico que padezcan ansiedad, algunos puedan sufrir delirios y hasta trastornos obsesivos como lavarse las manos o desinfectar compulsivamente”.
Por este motivo, el proceso de recuperación es vital para que los enfermos graves puedan volver a una cierta normalidad para superar las limitaciones. Deben aprender de nuevo a hacer cosas cotidianas como la higiene personal, vestirse o comer. Para ello, aseguran que es muy importante el apoyo que reciben de sus familiares para superar unas secuelas, que arrastran meses después de superar el virus para aprender a vivir de nuevo.
¿Cuál es su trabajo en el proceso de recuperación de los enfermos?
La recuperación del paciente a nivel cognitivo y funcional físico. Es básico hacer una estimulación multisensorial para, por ejemplo, que puedan empezar a comunicarse de nuevo. Son tres grandes aspectos; su estado cognitivo y las capacidades sensitiva y motora. Para ellos es como una maratón porque han perdido prácticamente todas sus capacidades.
¿Cuándo se inicia el proceso de recuperación?
Desde la misma UCI cuando despiertan. Luchamos para que el estrés postraumático, el delirium u otros trastornos sean menos acentuados. Hay que tener en cuenta que hay personas no han estado conscientes durante 40 días. Trabajamos para que se ‘ubiquen’ de nuevo en la realidad. Por ejemplo, saber dónde están o qué día de la semana es.
¿Los atienden posteriormente?
Sí, una vez en planta, toma relevancia el aspecto fijo. Hacemos una reeducación de la actividad funcional para que recuperen su autonomía, especialmente la higiene, la alimentación y el vestido.
¿Hay un perfil concreto de las personas atendidas?
No, aunque la mayoría son personas entre 50 y 70 años.
¿Cómo lo ha vivido?
Lo más satisfactorio es ver cómo evolucionan porque les ayudo en todo el proceso. Siempre digo a los pacientes: ‘Dónde tu vayas, yo te seguiré”. Lo mejor de todo es verles abandonar el hospital y el trabajo integral y en equipo de todo el personal sanitario.
«Te sientes solo y débil: al salir de la UCI solo movía los ojos» Pedro Roig es un vecino de Balaguer de 64 años que se contagió en marzo y que estuvo más de dos meses hospitalizado en el Arnau de Vilanova, de los que unos 40 días se los pasó en la UCI. Ocho meses después, ya en su domicilio, este odontólogo, sigue con la recuperación para superar las secuelas de la Covid. Exlica que “no recuerdo qué pasaba, tienes confusiones. Me sentía solo y con ansiedad. Al salir de la UCI estaba muy débil y solo movía los ojos, no podía hacer nada más. Había estado intubado y tuve que recuperarme desde cero”. Roig quiere agradecer a todos los profesionales su atención y ayuda desde los sanitarios a los terapeutas ocupacionales o los fisioterapeutas. “Salí del hospital en silla de ruedas. La evolución es evidente”, afirma. Roig tuvo que superar otro bache y hace unos meses fue intervenido de una dolencia cardíaca. Sin embargo, asegura que “hay que mirar hacia delante y poner mucha voluntad”. Todavía le quedan secuelas, especialmente físicas pero a diario trabaja para superarlas.