El esquí encara la recta final de la campaña, que prevé cerrar con un tercio de esquiadores

Las estaciones de esquí encaran la recta final de una temporada marcada por la Covid, confiando en que se relajen las restricciones a los desplazamientos y en Semana Santa para salvar los muebles. De hecho, el conseller de Empresa, Ramon Tremosa, dijo el viernes que el objetivo es llegar a estas fechas “en condiciones de poder flexibilizar, por ejemplo, la movilidad”. Los complejos reciben solo un tercio de los esquiadores respecto a la temporada pasada, que finalizó un mes antes de lo previsto por el estado de alarma. Aún así, vendieron 1,32 millones de forfaits.

Los esquiadores que han llegado a las pistas del Pallars y la Ribagorça, gestionadas por Ferrocarrils de la Generalitat, suponen un 35% del aforo. La empresa confía en llegar al 40% por Semana Santa si la pandemia y las restricciones lo permiten, según su presidente, Ricard Font. Boí Taüll, Port Ainé y Espot llenaron la mitad del aforo en Navidad, cuando el confinamiento era comarcal y se permitía ir a otras comarcas para pernoctar en alojamientos y segundas residencias. A partir del 7 de enero entró en vigor el cierre municipal y el aforo cayó por debajo del 5%, con unos 50 esquiadores al día, según FGC.

Las restricciones de movilidad por la Covid han provocado que hayan llegado pocos esquiadores

Baqueira Beret también ha recibido entre un 20 y un 30% de los esquiadores respecto a la temporada pasada, en la que con un mes menos de explotación alcanzaron la misma ocupación que en otras. El complejo ha pasado de tener hasta 15.000 esquiadores en un fin de semana a un máximo de 3.000. Confían en que se levanten las limitaciones de movilidad y poder “maquillar la temporada en marzo y abril”, explicó el director comercial, Xavier Ubeira. Baqueira presentó un ERTE para el 30% de la plantilla.

Port del Comte ha pasado de 4.500 esquiadores en fin de semana a 60. Su responsable, Albert Estella, no confía en la Semana Santa: “la temporada está perdida pero intentamos equilibrar las pérdidas y solo trabajan 7 de las 50 personas de la plantilla”.

La temporada acaba el 6 de abril y no hay intención de avanzar el cierre. Pese a no cubrir gastos, las estaciones se mantienen abiertas más como un servicio que por su viabilidad, con el personal mínimo y para aportar actividad a territorios que dependen en buena parte de su puesta en marcha.

En el Pirineo, el 80% de los hoteles están cerrados y el 60% de los restaurantes a pie de pistas también. En Aragón, las estaciones están cerradas por las limitaciones a la movilidad salvo Astún, y en Andorra abrieron en Navidad con limitaciones de aforo.

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Listos para evitar riesgos, no para el cierre perimetral Las pistas abrieron en diciembre, después del puente de la Purísima, y lo hicieron estrenando los protocolos ante la Covid. Entre las medidas que se pusieron en marcha destacan los controles de aforo, la venta casi exclusivamente online de forfaits y el uso obligatorio de mascarilla (excepto en los descensos).

Estas medidas específicas para el sector han permitido identificar, analizar y minimizar los riesgos e implementar las mejores prácticas contra la Covid, tanto para la seguridad de los visitantes como la de los trabajadores de los complejos de invierno. La mayoría de estaciones de Lleida hicieron inversiones para adecuar sus instalaciones y hacer de ellas espacios seguros, con limitación de aforos y que evitan al máximo el contacto entre personas.

Pese a ello, las sucesivas restricciones de movilidad desde diciembre, con confinamientos comarcales y municipales y el cierre perimetral de Catalunya, han reducido el número de esquiadores en las pistas. Sin embrago, desde las estaciones aseguran que las medidas de seguridad han funcionado y han podido abrir al público con garantías de seguridad frente al coronavirus.