NO ES OBLIGATORIAES OBLIGATORIA
Al fin a cara descubierta
La mascarilla dejó de ser obligatoria ayer en espacios al aire libre y con distancia después de 352 días || Ha tenido efectos sanitarios más allá de la Covid, y también estéticos e higiénicos
El fin de las mascarillas comenzó ayer, cuando dejaron de ser obligatorias en espacios al aire libre siempre que pueda mantenerse la distancia de seguridad. Se pone fin así a casi un año de uso obligatorio de tapabocas, lo que ha tenido consecuencias sanitarias más allá de la Covid. Cada persona será ahora el responsable de decidir si debe utilizarla.
Adiós a la mascarilla, aunque con letra pequeña, después de 352 días. Miles de leridanos pudieron lanzarla ayer al aire y mostrar de nuevo todo el rostro en espacios exteriores.
La obligación de llevarla se levanta parcialmente coincidiendo con el inicio del verano, en un momento de índices epidemiológicos bajos y mientras se acelera la vacunación: más del 50% de la población ha recibido la primera dosis y más del 30% están inmunizados, entre ellos la práctica totalidad de las personas mayores. España impuso llevar mascarilla si no había distancia de seguridad el 20 de mayo de 2020 y el Govern catalán la generalizó sin excepciones el 9 de julio.
Ahora, Estado y autonomías han pactado su fin para sumarse a países que ya lo han hecho como Francia o Grecia; o lo harán en breve (Italia, el lunes). .
A lo largo de este último año, el uso obligatorio de todo tipo de tapabocas (FFP1, 2 y 3, o quirúrgicas) ha tenido no pocas consecuencias al margen de la prevención de contagios por Covid, tanto desde el punto de vista sanitario, como el estético o el medioambiental. Oriol Yuguero, médico de Urgencias del Arnau de Vilanova, admite que la caída de los casos de gripe este año ha sido “espectacular” y también el descenso de virus entre niños.
Las alergias han disminuido igualmente. En cambio, señala que podría haber aumentado el acné por el uso de los protectores, aunque este extremo no está aún demostrado.
Desde el punto de vista dermatológico ha tenido también efectos (ver página 5). En opinión de Yuguero, “la mascarilla va muy bien, pero no podemos ir siempre con ella.
También es muy importante la higiene de manos, lavar juguetes de las guarderías, reducir contactos, distancia, dispensadores de gel... Todo esto ha llegado para quedarse”, dijo, más allá de la mascarilla.
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Sin embargo, pese a lanzarla al vuelo ayer como un birrete de graduación, la mascarilla debe mantenerse cerca, ya que son muchas las situaciones en las que su uso todavía es obligatorio. La gran diferencia es que ahora es el ciudadano de a pie el que asume la responsabilidad de decidir el momento en que debe volver a cubrirse nariz y boca. Debe hacerlo cuando esté, por ejemplo, en una calle concurrida en la que la distancia de seguridad no puede mantenerse (ver claves). La mayor dificultad son las aglomeraciones, de modo que en los eventos al aire libre siguen siendo obligatorias si no se puede guardar la distancia.
En cualquier caso, otros sectores en los que su uso ha condicionado la actividad es en el de la estética o en el de la higiene bucal. Ester Roca, estilista y titular de una peluquería en Mollerussa, opina que el uso de la mascarilla ha incrementado los tratamientos faciales para contrarestar los efectos de la falta de transpiración. En general, “se han cuidado más el contorno de los ojos y muchas se han tatuado cejas y la raya permanente en los ojos”. En su opinión, “también ha habido más operaciones de estética”.
Mientras, entre los dentistas se mantiene que el último año ha habido más trabajo pero ha sido más complicado llevarlo a cabo. Los pacientes han aprovechado el uso de la mascarilla para iniciar tratamientos que de otra forma veían con recelo por cuestiones estéticas. Nuri Toledo, dentista con una clínica en Balaguer, explica que el ahorro derivado del confinamiento durante la pandemia ha favorecido que haya más demanda de tratamientos en este campo. Pese a este aumento, las exigencias de los protocolos Covid han obligado a espaciar a los pacientes, de forma que en los picos de la pandemia podían ser la mitad de lo habitual en un día.
Las ganas de normalidad no impiden que haya desconfianza sobre el fin de la mascarilla. Una encuesta del grupo Appinio señala que un 82% de los españoles la seguirá llevando pese a no ser obligatorio y de estos el 29% la utilizará siempre.
Su mala gestión, un grave impacto para el medio ambiente Las mascarillas deben considerarse un residuo no reciclable y tienen que verterse en el contenedor habilitado con esta finalidad. Pero su utilización masiva en el último año, junto con actitudes poco cívicas, ha comportado un grave perjuicio para el medio ambiente, donde han acabado millones de estos productos, asimilables al plástico.
“Están fabricadas con un material acrílico, derivado del petróleo”, señala el ecologista Joan Vázquez (Ipcena), que advierte de que muchas mascarillas se han vertido en lugares sensibles como ríos y mares. Vàzquez contrapone la eliminación de las bolsas de plástico de un solo uso con la utilización masiva de las mascarillas, “cuya vida limitada agrava” el problema de la contaminación.
En Lleida, por ejemplo, la depuradora de aguas residuales registró un repunte de un 7% de basura no degradable vertida en el retrete, debido en parte al uso masivo de mascarillas, junto a las toallitas higiénicas..