Llardecans desmonta la farmacia neoclásica para reparar filtraciones

Técnicos del Centre de Restauració de Béns Mobles de Sant Cugat y del Col·legi de Farmacèutics de Catalunya abordaron ayer el grueso de los trabajos para desmontar e inventariar todos los objetos que se encuentran en la farmacia neoclásica de Llardecans. El establecimiento, propiedad de la familia Pinyol, abrió sus puertas en 1846 y permaneció en servicio hasta 1988. Por él pasaron tres generaciones de farmacéuticos de la misma familia y es la más antigua de Catalunya que se conserva en su emplazamiento original.

El objetivo es frenar la degradación del inmueble, declarado Bien Cultural de Interés Local, dada su relevancia histórica, artística y científica.

Durante esta semana se procederá a vaciar y clasificar todos los elementos para dar paso a las obras centradas en reparar filtraciones de agua y los daños en el tejado provocados por los bombardeos de la Guerra Civil. Con este fin, la familia ha llegado a un acuerdo con el consistorio, que sufraga las inversiones.

Se calcula que en un plazo de dos años la farmacia centenaria se pueda convertir en un museo abierto al público.

El responsable del Centre de Restauració, Ramon Solé, indicó que el inmueble conviven diversas épocas y estilos (también modernista) y que todo junto le da un valor incalculable. Además de los muebles y pinturas que decoran el techo y las paredes, hay más de 500 frascos, botellas y tarros todavía llenos de sustancias medicinales y compuestos que se elaboraron hace años.

También instrumental farmacéutico.

Por otra parte, está la biblioteca con diversos volúmenes y bibliografía científica y farmacéutica que conserva fórmulas magistrales, además de documentación familiar..

Investigadores del colegio de farmacéuticos indicaron que el valor del material reside en que “es un exponente del cambio de la farmacia tradicional a la farmacia moderna”. Durante estos días estudiarán toda la documentación.

Por su parte, la alcaldesa, Carme Pinyol, indicó que desmontar muebles y proteger pinturas, inventariar y guardar material costará casi 11.000 euros, mientras que reparar paredes, tejado y suelo supondrá una inversión de otros 65.000 euros.