Las mafias disparan la producción y el tráfico de marihuana en Lleida

El desmantelamiento de plantaciones de marihuana ha sido noticia en las últimas semanas en las comarcas de Lleida. Solo en el último mes se han producido operaciones en Alcoletge, Corbins, Torrefarrera, Fonolleres, L’Albagés, Vinaixa, Bovera, Castelldans, Torres de Segre, Coll de Nargó, Os de Balaguer, Guixers y La Guàrdia d’Urgell. La mayoría han sido en exteriores, ya que es la época en la que se cosechan las plantas si están al aire libre, pero también se han localizado cultivos en interiores como almacenes, naves o casas. En este último caso, se pueden a llegar a hacer cinco ciclos por años.

Se trata de una demostración de que el cultivo y el tráfico de esta droga está al alza por encima de otras como la cocaína. Una de las mayores preocupaciones de los cuerpos policiales es que gran parte de cultivos pertenecen a mafias y organizaciones criminales que se han asentado en Ponent y operan a gran escala, lo que puede llevar otros delitos apareados. De esta forma, Lleida y Catalunya, así como parte de España, se han convertido en el “huerto” y “laboratorio” para narcos y el destino de la droga es Europa.

La mayoría de la producción que se hace aquí se distribuye por Europa

¿Por qué motivos? Hay básicamente tres: se trata de un territorio amplio con zonas despobladas, donde se puede pasar desapercibido y hay infinidad de sitios para cultivar; la penalidad es baja respecto a otros delitos de salud pública; y el rendimiento económico es muy elevado, el precio se triplicó en países del norte de Europa. Jordi Fadurdo y David Mora, jefe y subjefe de la Unidad de Investigación de los Mossos en el l’Àrea Policial Bàsica Segrià-Garrigues-Pla d’Urgell, afirman que “son organizaciones jerarquizadas y perfectamente organizadas que se dedican a esta droga por su elevado rendimiento económico”.

En cuanto a su procedencia, una gran parte de ellos son de países del este de Europa, especialmente de Albania, y su modus vivendi es la delincuencia. “Las personas que detenemos en las plantaciones son los denominados ‘jardineros’ -el eslabón más bajo de la cadena- y se dedican exclusivamente a cuidar la plantación pero cada persona tiene un rol, desde la que se encarga de buscar la finca o la nave a otras que se dedican a los suministros, al transporte y a la venta, entre muchas más funciones”, añaden.

Solo este año y en las comarcas del llano de Lleida, los Mossos d’Esquadra han decomisado unas 21.000 plantas, 15.000 de ellas en exteriores y unas 5.000 en interiores. Por su parte, la Fiscalía abrió 169 diligencias por tráfico de drogas en 2020, un aumento del 31%, destacando el auge de la marihuana para proceder a su distribución en Europa. En este sentido, el fiscal jefe, Juan Boné, explica que “las organizaciones criminales tienen a España, y por tanto a Lleida, como su invernadero particular y desde luego el peligro obvio es que acaben controlando el territorio desarrollando conductas mafiosas incluso de lucha entre ellas”.

Los cuerpos policiales además se encuentran con plantaciones más sofisticadas y con plantas con un mayor THC (tetrahidrocannabinol), el principal constituyente psicoactivo del cannabis. “Son mucho más potentes, en algunos casos alcanzan hasta un 25%”, comenta David Mora. Lamentan que se trata de investigaciones complejas y que, muchas veces, no cuentan ni con los medios ni el tiempo necesario y que, para mayor abundamiento, los detenidos pueden acabar siendo condenados a penas muy bajas.

El fiscal jefe comparte esta opinión y asegura que sería necesario “establecer un abanico de penas más amplio que permita graduar mejor la peligrosidad criminal de los encausados por estos delitos”.

Se han conseguido algunas mejoras como la destrucción de las plantas en el mismo lugar en el que se decomisan, lo que evita problemas como el traslado y la custodia. Tampoco gusta a los investigadores que se tengan que dedicar ellos a destruirlas, cuando podrían estar haciendo otras tareas.

En definitiva, narcotráfico a gran escala que precisa de más medios para perseguirlo y de mayor castigo penal.

J. Fadurdo y D. Mora. mossos d’esquadra

¿Cómo se ha transformado la producción y el tráfico de marihuana?

Lo que observamos es que grupos que se dedicaban a otros hechos delictivos como los robos de vivienda que se han pasado al tráfico de marihuana porque han visto que tiene un gran rendimiento económico.

¿Eso agrava los problemas?

Sí, porque son organizaciones criminales relacionadas con otros delitos como extorsiones, robos violentos, amenazas o uso de armas de fuego.

¿Se refieren a narcoasaltos?

Estas grandes plantaciones están protegidas como el caso de la de Alcoletge, con trampas armadas, y hay otros grupos que intentan asaltarlas. Es un problema de seguridad.

¿Por qué hay un ‘boom’ de esta droga?

El riesgo penal es bajo comparado con otras drogas como la cocaína, el beneficio económico es muy alto y es relativamente fácil de producir.

¿Hay un cambio en las localizaciones?

Sí, se ha pasado de ocultarlas en campos de maíz, donde desde el aire eran fácilmente detectables, a otros cultivos como los campos de olivos o zonas con mucha vegetación y difícil acceso.

¿Qué tipo de organizaciones son?

Son grupos jerarquizados y que funcionan como una empresa, unos cultivan y vigilan, otros se dedican al transporte, personas para comercializar, y testaferros, entre otros. Incluso tienen la figura del green master, que es quien da las pautas de cultivo.

Encuentran auténticos laboratorios en naves y almacenes.

Pueden hacer hasta cinco ciclos al año, de nueve semanas cada uno. Tienen unas complejas instalaciones eléctricas.

¿La aparición de las trampas les sorprendió?

Sí. Eran caseras pero quien las hizo tenía técnica y dominio de las armas de fuego. Está claro que eran para evitar un narcoasalto.

Estas últimas operaciones se han saldado, por el momento, con pocos detenidos.

Las personas que había huyeron al sospechar que habían sido detectadas. No se arriesgan a ser detenidas pero las investigaciones están abiertas y van a dar sus frutos.

Juan Boné. Fiscal jefe de lleida

A nivel penal, los cuerpos policiales alertan que el tráfico de marihuana se castiga poco. ¿Es así? ¿Y cuáles son los motivos?

Cierto es que las penas no son demasiado elevadas ya que si el alijo es inferior a los 10 kilos de peso neto (sobre unas 200 plantas aproximadamente) la pena va de 1 a 3 años y, como es conocido, salvo que se tengan antecedentes, no se cumplirá condena en prisión y, como derivada, es extraño que los jueces acuerden medidas cautelares con penas tan cortas. Cuando la cuantía es superior a esos 10 kilos la pena puede llegar hasta los cuatro años y seis meses y ahí ya la sanción parece más adecuada.

¿Se tendrían que endurecer las condenas y situarlas al nivel de otras drogas como puede ser la cocaína?

Creo que las organizaciones criminales tienen a España, y por tanto a Lleida, como su invernadero particular y desde luego el peligro obvio es que acaben controlando el territorio desarrollando conductas mafiosas incluso de lucha entre ellas. Sin duda, además de mejorar le eficacia policial con más medios, se impone establecer un abanico de penas más amplio que permita graduar mejor la peligrosidad criminal.

Otra de las dificultades es poder llegar a juzgar a estas personas que, al quedar en libertad con cargos en la mayoría de ocasiones, se evaden de la acción de la Justicia.

Es evidente que la utilización por las organizaciones que controlan la producción de mano de obra extranjera en situación de ilegalidad y muchas veces explotada ha sido una constante en las actuaciones desarrolladas estos últimos meses y, si no se consigue su ingreso en prisión provisional, es obvio que luego es casi imposible localizarlos para celebrar juicio.

Se está haciendo un importante esfuerzo por la Fiscalía en ese sentido ante los juzgados y, en estos momentos, hay 50 investigados que se encuentran en la prisión de Ponent ingresados preventivamente por delitos de tráfico de drogas.

¿Con qué dificultades se encuentran para llevar ante al banquillo a los supuestos traficantes?

La primera dificultad deriva de que solo se descubren un ínfimo número de plantaciones. Además, el transporte a Europa mezclado con otras mercancías es sencillo y muy difícil de detectar.

Las plantaciones se localizan, además, en zonas de difícil acceso lo que, unido a que nuestras fuerzas de seguridad tienen un despliegue territorial muy limitado, hace complicado su descubrimiento.

En las “indoor” es más difícil todavía porque utilizan garajas, trasteros o naves industriales perfectamente camufladas. Iniciado el procedimiento judicial es evidente que, por un lado, nos encontramos con las dificultades de localización de investigados ya apuntadas, la nula colaboración de los implicados por temor a represalias y, por supuesto, la necesidad de ser muy rigurosos en la obtención de pruebas pues sus equipos jurídicos, en uso del derecho de defensa y con importante disponibilidad de fondos, ponen de relieve cualquier error que pudiera cometerse y eso podría llevarnos a una sentencia absolutoria.

De cultivar en campos de maíz a los de olivos

Los campos de maíz fueron durante mucho tiempo el lugar escogido para cultivar plantas de marihuana al aire libre.

Eran ideales porque las plantas crecían ocultas entre los maizales, se aprovechaban de su riego y pasaban desapercibidas. Sin embargo, eran plantaciones a pequeña escala y que podían ser descubiertas fácilmente desde el aire.

Por ese motivo, los cuerpos policiales han detectado que estas redes que se han asentado optan, por ejemplo, por campos de olivos o zonas de difícil acceso junto a ríos o pantanos.

El objetivo es pasar desapercibidos e incluso hay personas que viven en ellas, en barracas o tiendas, para dedicarse exclusivamente al cultivo. Son los conocidos como jardineros, que siguen a rajatabla unas pautas dictadas por un superior, al que se conoce como green master.

Este otoño, por ejemplo, se han desmantelado varias plantaciones ocultas entre campos de olivos en Les Garrigues. Son las de Bovera, Castelldans y L’Albagés, que los Mossos creen que son de la misma red de narcos. SEGRE tuvo acceso a esta última, donde el pasado 22 de septiembre se hallaron 3.462 plantas. Fue una redada en la que participaron unos 40 policías, la mitad de ellos agentes de los ARRO que aseguraron el perímetro. El resto eran policías de investigación. Comprobaron que los responsables habían huido al suponer que habían sido descubiertos. Vivían en una barraca y también tenían un par de tiendas de campaña.

Esto provoca que para acceder a la plantación los Mossos deban tener una orden judicial ya que son consideradas domicilios. La plantación estaba delimitada en cuatro bancales y contaba con un complejo sistema de riego, con una bomba que cogía el agua del río Set y la subía hasta dos piscinas de plástico habilitadas como depósito. Además, una barraca hacía las funciones de secadero.

También había una gran cantidad de sacos de abono. Los investigadores cogieron una muestra y destruyeron las plantas en la misma zona, en unos trabajos que se alargaron durante todo el día pero que les ahorra tener que trasladarlas y almacenarlas hasta la comisaría para ser destruidas.

Otras dos grandes operaciones contra el narcotráfico este año en Ponent

Los Mossos, con la colaboración de otros cuerpos, han llevado a cabo este año en las comarcas de Lleida a otras dos grandes operaciones contra el narcotráfico a gran escala.

Una de ellas se desarrolló a finales de mayo en Balaguer y Lleida y culminó con un total de 29 personas detenidas, de las que 23 ingresaron en prisión; la intervención de cerca de 55 kilos de marihuana, 20 de cocaína, 12 de heroína, y 1,2 kilos de éxtasis por valor de 816.056 euros; y el decomiso de 314.010 euros en metálico. Los investigados son miembros de tres clanes familiares asentados en la capital de la Noguera y que operaban en un marco del respeto mutuo y de convivencia criminal.

El tráfico, principalmente de cocaína, lo llevaban a cabo en todos los niveles: adquisición a grandes proveedores, venta de cantidades importantes por kilos a otros traficantes y distribución en Lleida a través de pequeños traficantes y al por menor, además de almacenamiento y manipulación de la sustancia.

Otra operación de tráfico internacional culminada en junio se saldó con la detención de 11 personas de las que cuatro, entre ellos el cabecilla, ingresaron en el Centre Penitenciari Ponent. Los investigadores decomisaron unas 8,5 toneladas de hachís, 253 kilos de marihuana y bidones con cocaína líquida.

La red, como avanzó SEGRE, se dedicaba a comercializar droga que trasladaban desde Portugal y Andalucía hasta Francia y otros países de la UE, ya fuera por carretera mediante camiones o por el mar con narcolanchas.

Se localizaron plantaciones en Montoliu de Lleida, Raimat, Castelló de Farfanya y Vilanova de Bellpuig.