Francesc Canoa publica 'Aigua a les venes', la épica de las obras del Canal d'Urgell a través de sus protagonistas

El Canal d’Urgell se ha explicado de muchas maneras, pero ninguna, sostiene Francesc Canosa, desde el punto de vista humano, contado a través de los protagonistas de la magna obra hidráulica que a mediados del siglo XIX transformó el Clot del Dimoni en lo más próximo a un vergel productivo. El propio Canosa, periodista y escritor, es parte de la historia del canal y así lo refleja en su último libro, Aigua a les venes. Crònica d’un miracle català universal (Fonoll), donde narra la relación con esta infraestructura de personajes como Manel Girona (promotor de la obra hidráulica y de proyectos vitales para Lleida como la línea de tren de Manresa) o de “mi propio quadravi (abuelo del bisabuelo)”.

También recala en la figura del ingeniero Domènec Cardenal, que cabalgaba cada día 11 kilómetros para seguir la obra y a quien el proyecto costó buena parte de la salud y el ánimo. El descubrimiento en 2003 de una caja en la buhardilla de la casa de El Tossal donde los Canosa habían residido hasta 1956 le inició en un viaje sin retorno por la historia familiar. Hasta entonces, “yo no sabía quién era”, señala el autor.

La caja estaba llena de papeles con referencias y firmas de antepasados desconocidos para él que marcaron el andar de Canosa durante los siguientes años, hasta hoy. “Desde entonces, siempre me he dedicado a explicar Catalunya”. Y la conclusión es clara: “Qué país haría una de las obras más importantes del mundo (a mediados del siglo XIX) y no lo sabría? Catalunya”, afirma.

También durante estos años, Canosa ha entrevistado a medio centenar de personas para tejer un relato periodístico, apuntalado con documentación y numerosa bibliografía, sobre cómo se desarrolló aquella obra ingente, de ingeniería puntera y coetánea, como le gusta recordar a Canosa, a la conquista del oeste americano y la fiebre del oro en la actual California. En Canal d’Urgell se construyó entre 1856 y 1863: más de 140 kilómetros de conducción de Ponts a Montoliu, 70.000 hectáreas de regadío, 77 municipios beneficiarios. Y un túnel de casi 5 kilómetros (Montclar) que costó la vida de numerosos presos que trabajaron en la obra (1.000 de las 6.000 personas que se emplearon eran reos del “presidio del Canal d’Urgell”).

Canosa suele comparar la épica del canal con la conquista del oeste para demostrar que los americanos han sabido presumir de aquel episodio a través de los western, pero en Catalunya el Urgell es el gran desconocido. El autor tiene de hecho en mente una serie televisiva basada en el “canal de personas, de tierra y de sangre” que trasluce Aigua a les venes. “El mejor molde contra la Catalunya vacía es el Canal d’Urgell”, señala el escritor y relata que el regadío sirvió para fijar la gente a un territorio hasta entonces nevera y caldera de Ponent.

Hasta que llegó el riego del Urgell, “no existía un nosotros. El canal es el gran idioma del país”, sostiene Canosa, para quien el problema de Catalunya es que “no nos hemos follado a nuestra propia historia, no la hemos fecundado ni reproducido”.

Una caja de madera antigua, una carta de 1893, un libro

Pocos saben, asegura Francesc Canosa, que la obra hidráulica comienza en El Tossal, antiguo municipio, hoy pueblo de Ponts, donde su familia vivió hasta 1856.

En la buhardilla de una casa cuya cubierta de teja había colapsado, el autor halló una caja llena de historia encriptada que a él le ha costado años descifrar. Una carta de 1893 hallada en la caja marca el inicio del libro.