FAUNA GRANDES DEPREDADORES
Arqueología que revela ataques del oso
Aran la incorpora para verificar predaciones, basándose en los daños en los huesos de los animales muertos || Logran determinar un primer caso en ausencia de otros indicios como huellas o pelo
El Conselh Generau d’Aran cuenta desde la pasada primavera con un nuevo recurso para tratar de determinar si la muerte de ganado se debe a ataques de oso. Se trata de la tafonomía, una rama de la arqueología que estudia roturas, marcas y otras alteraciones de los huesos para determinar cómo se produjeron. En los últimos meses se ha mostrado útil para establecer predaciones del oso en ausencia de indicios claros como huellas y pelos; y cuando las necropsias no permiten conocer la causa de la muerte del animal.
Estos exámenes están a cargo de Maite Arilla, investigadora del Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social (ICPHES, centro adscrito a la Universitat Rovira i Virgili). Lo hace en el marco de un acuerdo con el Conselh en el que cada una de las partes obtiene un beneficio distinto. Desde el punto de vista científico, el análisis de animales muertos por el oso permite saber más sobre las huellas que dejan en los huesos los ataques de estos grandes depredadores.
Este conocimiento puede aplicarse en la investigación de yacimientos arqueológicos. Por su parte, el Conselh obtiene una nueva herramienta para verificar predaciones, algo imprescindible para poder indemnizar a los ganaderos que las sufren. A veces esto es difícil, especialmente al encontrar cadáveres de ejemplares que llevan tiempo muertos o de cuyos restos se han alimentado buitres y pequeños depredadores como los zorros.Hasta ahora, Arilla ha examinado los restos de al menos seis cabezas de ganado de Aran.
Cinco habían sido devoradas por osos, algo que el personal del área de Medio Ambiente del Conselh ya había podido determinar. Sin embargo, en uno de los cadáveres no había indicio alguno que permitiera corroborar la predación de un plantígrado. En este caso, fue el análisis de modificaciones óseas fue lo que permitió determinarla.
Es la primera confirmación conocida a través de este procedimiento científico, concebido inicialmente para esclarecer sucesos ocurridos hace siglos e incluso milenios.
Experimentación en el Pallars sobre campamentos prehistóricos
El Pallars Jussà y el Sobirà han sido escenario de experimentos que recrean campamentos prehistóricos. Forman parte de investigaciones en materia de tafonomía, la misma disciplina que contribuye a la identificación de ataques de osos en la Val d’Aran, aunque en este caso su finalidad es distinta.
Arilla y otros dos investigadores, Jordi Rosell y Ruth Blasco, simularon campamentos temporales en los que dejaron carne y huesos. Instalaron trampas fotográficas en su entorno para captar cómo los animales acudían al lugar una vez ellos se habían marchado y alteraban lo que habían dejado. De esta manera, buscaban establecer patrones que permitan a los arqueólogos a entender mejor la disposición de los yacimientos arqueológicos, donde los objetos hallados pueden haber sido desplazados por animales.
Las conclusiones de estas investigaciones se publicaron en la revista Nature.