POBLACIÓN EL 'BOOM' DE BONÀREA
La falta de vivienda en Guissona dispara precios, también en Cervera y Tàrrega
Los precios disparados del alquiler de viviendas en Guissona debido a la elevada demanda han llevado a que los nuevos trabajadores de bonÀrea (cada año llegan unos 250) tengan que buscar piso en Tàrrega o Cervera, donde también se han incrementado los valores. Esto ha llevado al ayuntamiento a proyectar casi 600 viviendas nuevas.
La elevada demanda de vivienda en Guissona ha llevado a que alquilar una habitación en esta localidad se esté pagando a 300 euros al mes. Esto es lo que ha constatado el ayuntamiento durante su búsqueda de pisos para crear una bolsa pública de viviendas.
El alcalde, Jaume Ars, explica que un propietario rechazó la oferta del consistorio porque de su piso con tres habitaciones llegaba a cobrar 900 euros cada mes. Josep Tomàs, responsable de la inmobiliaria Finques Tomàs, asegura que el precio medio del alquiler de un piso se sitúa en unos 500 euros si bien puede alcanzar los 600. “La falta de viviendas provoca que los precios se disparen”, aseguró.
La situación de la población es de “estancamiento”, asegura el alcalde. Cada año se incorporan a trabajar a bonÁrea unos 250 nuevos trabajadores pero el censo ha dejado de crecer desde hace 2 años. Según Tomàs, los que llegan viven temporalmente en Guissona, pero al poco tiempo (habitualmente, con el reagrupamiento familiar) optan por comprar o alquilar una casa en Cervera o en Tàrrega, “localidades que a su vez están viendo también cómo se dispara el precio de los alquileres”.
Según Josep Tomàs, la situación no es dramática. Por una parte, las diferentes comunidades extranjeras se ayudan entre ellas, explica. “De hecho es una de las razones principales por las que se están creando muchas asociaciones de extranjeros”, añade el empresario.
Por otro lado, Guissona suele atraer a muchos familiares de trabajadores y “entre ellos también se ayudan”. Además, comenta, “en Guissona hay trabajo y esto evita muchos problemas”.Lo cierto es que la población crece más deprisa de las casas que se construyen, sostiene Jaume Ars, “lo que nos lleva a una situación insostenible de no disponer de unos servicios básicos adecuados a las necesidades reales que tenemos”.Tanto bonÀrea como el consistorio han tomado cartas en el asunto. Según el director de la compañía, Antonio Condal, hasta 2025 se necesitarán unas 250 nuevas viviendas para nuevos trabajadores del grupo.
De hecho, el próximo año bonÀrea, que en los 2 últimos años ha promovido un centenar de nuevas viviendas a la población, proyecta contruir 40 más en Lluís Companys, 20 en la plaza Pere Castelló y 4 casas unifamiliares junto a la nueva residencia de bonÀrea.Por su parte, el consistorio proyecta un plan ambicioso buscando la ayuda de grandes promotoras privadas como Sorigué o Romero Polo, entre otras. El objetivo es activar 597 viviendas incorporando 3 zonas de suelo urbanizable delimitado (SUD). Por un lado, la SUD 1 por la parte trasera de 11 de Setembre hasta el camino del cementerio, con 221 viviendas entre pisos y casas; 138 en el SUD 6 en la parte trasera de la Rambla dels Segadors en dirección a Sant Guim de la Plana; y finalmente, 238 en la SUD 8 junto al parque de la Fonteta.
De forma paralela, el consistorio ha iniciado una ronda de entrevistas con propietarios para comprar suelo y viviendas y conseguir una oferta pública de pisos con ayudas de la Generalitat.
“Es importante que se tomen medidas para evitar guetos”
El responsable de la Immobiliaria Tomàs de Guissona, Josep Tomàs, sostiene que el municipio tiene en los próximos años un reto importante. El alto índice de población extranjera de muy diversas comunidades puede llegar a formar guetos. Es lógico, comenta: “Se ayudan entre ellos y tienen vínculos familiares y patrióticos muy arraigados”. Explica que algunas comunidades no tienen alternativa ya que les es muy difícil encontrar viviendas para alquilar y vecinos que quieran convivir con ellos. Esta situación puede provocar según Tomàs que algunos barrios o calles puedan convertirse en zonas de una única comunidad a causa de los perjuicios raciales o de nacionalidad. Para Tomàs, la solución pasa por conseguir una oferta razonable de viviendas.
El ayuntamiento preveía alcanzar los 10.000 vecinos en 2023
La llegada de 250 trabajadores de bonÀrea cada año desde hace varios ejercicios hizo prever al ayuntamiento que la localidad superaría los 10.000 habitantes en 2023. Sin embargo, la población se ha estancado en unos 7.200 porque los que llegan no encuentran viviendas donde residir y deben optar por otras localidades. La actividad de bonÀrea ha disparado el número de vecinos en las últimas dos décadas. El incremento más importante se registró entre 2000 y 2010, cuando pasó de 3.000 a 6.000 vecinos. Durante la crisis del ladrillo, que comenzó hacia el verano de 2008, la población dejó de crecer. Más de la mitad de los habitantes de Guissona son ya de procedencia extranjera.