REPORTAJE VIVIENDAS
El martirio de Sant Isidori
El grupo de viviendas Sant Isidori de Mollerussa será finalmente historia a partir de esta primavera. El Institut Català del Sòl ha iniciado la fase de adjudicación del derribo de los dos últimos bloques, el B y el D, de 40 viviendas cada uno, con la previsión de que las obras se puedan llevar a cabo a finales de marzo. De esta manera, se materializa un nuevo paso de un vía crucis que se inició aproximadamente hace 5 años, cuando la Generalitat, el ayuntamiento de Mollerussa y el Incasòl firmaron (2007) un convenio de intervención de dichas grupo formado por 160 viviendas, que determinó su ruina y la necesidad de derribo.
Los primeros residentes que abandonaron los pisos fueron los del bloque A en febrero del 2018 y los últimos, los del bloque B en agosto del año pasado. Del total de viviendas que configuran el grupo residencial, 109 estaban ocupadas. La administración garantizó el realojo de aquellas familias en situación de vulnerabilidad y por motivos exclusivamente de riesgo de exclusión residencial, ya que los bloques son de propiedad privada.
La Agència de l’Habitatge de Catalunya consiguió viviendas para un total de 79 unidades familiares que lo solicitaron y par las que la residencia habitual fuera el Grupo Sant Isidori y no tuvieran otras casas donde vivir. No fue un proceso fácil, teniendo en cuenta la falta de viviendas de alquiler en la capital del Pla d’Urgell. En este sentido, el alcalde, Marc Solsona, anunció que el consistorio está buscando nuevas fórmulas para dotar la ciudad de más pisos o casas de alquiler ante la elevada demanda, motivada por los más de mil estudiantes que se desplazan cada día a la ciudad ante la oferta educativa de centros como el instituto Mollerussa o los flujos comerciales e industriales que genera la ciudad.
Ya sin ningún vecino, la degradación de las viviendas que aún están en pie es rápida y más que visible. Por este motivo, muchos vecinos que viven cerca de este grupo reclaman que se actúe con urgencia en el derribo para evitar que la zona se convierta en un gran nido de ratas. Además, varios elementos que forman parte de las viviendas se encuentran en mal estado y amenazan con desprenderse.
Aunque se tapiaron puertas y ventanas, la zona sigue siendo objeto de actos vandálicos. En la actualidad, el consistorio de la capital del Pla ha llevado a cabo obras junto con la compañía Endesa para soterrar las líneas de alta tensión del grupo en esta zona. Pese a todo, una vez se haya efectuado el derribo, no finalizará el vía crucis y el destino del espacio es incierto.
El edificio no existirá, pero sí sus propietarios ya que, aunque la actuación la han llevado a cabo entidades públicas, los terrenos continúan siendo privados. “No tenemos nuestra vivienda, pero seguimos pagando el IBI” aseguraron varios vecinos.