ESNOTICIA
Proponen cultivar cannabis y construir edificios con él
Mientras, Andorra investigará también sus usos médicos
Lleida da los primeros pasos para transformar los residuos agrícolas, ganaderos y forestales en nuevas materias primas para todo tipo de usos, desde la alimentación hasta la construcción. Diferentes proyectos apuntan desde hace tiempo en esta dirección, y el encarecimiento de los materiales y la energía les hace ganar ahora interés y viabilidad.
Lleida se ha convertido una de las mayores zonas productoras de cannabis de Europa, y por ahora no es un motivo de orgullo: en el último año se han decomisado 50.000 plantas y se ha detenido a 56 miembros de organizaciones criminales que promovían plantaciones clandestinas. Sin embargo, investigadores de la Universitat Politécnica de Catalunya (UPC) plantean cultivarlo de forma legal y darle un uso constructivo, en el sentido más literal del término.
Proponen usarlo como material para la construcción de edificios. El Cannabishub de la UPC impulsa el cultivo del cáñamo industrial, libre de componente psicoactivo THC de la marihuana. Su mánager, Albert Serra, expuso las posibilidades de usarlo como material para edificaciones sostenibles en una jornada sobre bioconstrucción celebrada en Belianes la semana pasada.
El día anterior, Serra recomendó cultivarlo en la Escola Agrària de Tàrrega, al ser “sostenible, orgánico y con pocas necesidades hídricas, además de no necesitar pesticidas ni herbicidas”. Afirmó que “mejora el suelo”, ya que devuelve alrededor del 40% de la extracción de minerales que lleva a cabo, y valoró que “puede ser una buena opción de plantación alternativa”. En cuanto a sus cualidades para la construcción, destacó que aporta gran resistencia y flexibilidad, además de un buen aislante térmico y acústico
La búsqueda de ahorro energético contribuye a restituir el prestigio de la construcción con madera
Las dos biorrefinerías son experimentales y servirán para probar esta tecnología y mostrarla a empresas
Además de vigas, tablones y tableros, se usan fibras de madera como aislante y paneles contralaminados
El Gobierno de Andorra, por su parte, también tiene intención de explorar los usos industriales del cannabis, así como sus aplicaciones médicas.
Para ello ha encargado al IRTA estudios sobre la viabilidad de cultivarlo en el Principat. Antioxidantes naturales para alimentación obtenidos de restos de pino blanco, conservantes orgánicos para cosmética procedentes de residuos vegetales e incluso la posibilidad de fabricar grafeno con los gases que emanan los purines. Son algunos de los primeros pasos para producir en Lleida nuevas materias primas con desechos agrícolas, ganaderos y forestales, cuyos usos abarcan desde el sector alimentario hasta la construcción.
Diferentes iniciativas apuntan en esta dirección desde hace tiempo en las comarcas leridanas, aunque ahora ganan interés y viabilidad económica a raíz del encarecimiento de los materiales y de la energía a lo largo del último año, acentuado desde el pasado mes de febrero por la invasión rusa a Ucrania. La primera biorrefinería ha empezado a funcionar en Solsona, donde el Centre de Ciència i Tecnologia Forestal (CTFC) prueba ya la elaboración de diferentes productos para alimentación, cosmética y farmacología a partir de desechos forestales. La UdL, por su parte, ha recibido tres ofertas de empresas para construir otra en Balaguer, un proyecto que se ha retrasado un año precisamente por el encarecimiento de los materiales de construcción.
A la espera de ponerla en marcha, una instalación provisional en Lleida dio ya los primeros resultados a finales del año pasado.Estas dos biorrefinerías son experimentales. Su finalidad es probar esta tecnología con desechos vegetales locales, establecer la viabilidad de fabricar diferentes productos con ellos y demostrar su funcionamiento a empresas interesadas en producirlos con fines comerciales. Sus posibles aplicaciones van desde la elaboración de bioplásticos hasta biocombustibles y materiales de construcción, así como cosmética y farmacología.
Entre tanto, ganaderos del Segrià anticipan ya la posibilidad de dar usos industriales a procedimientos para generar energía y biomateriales a partir del tratamiento de purines y estiércol y de residuos agrícolas. La planta de compostaje que ha puesto en marcha la asociación Alcarràs Bioproductors en la zona de Vallmanya es la base de un futuro polígono que ha iniciado su tramitación ante la Generalitat para atraer este tipo de actividades. Una firma que ya ha expresado su interés en desarrollar su actividad en esta superficie es Biogenera Renovables, creada por el ingeniero industrial leridano Xavier Biela con la intención de fabricar diferentes tipos de productos con grafeno obtenido del biogás de las deyecciones ganaderas.La iniciativa de Alcarràs se enmarca en el programa Biolab Km 0, un proyecto de especialización territorial (PECT) financiado por la Generalitat y liderado por la Diputación.
Este y otros dos PECT impulsados por la corporación provincial, Biomarkets y Green & Circular, incluyen entre sus objetivos la producción de nuevas materias primas a partir de recursos renovables locales.Las subidas vertiginosas de la electricidad y el gas han contribuido a restituir el prestigio de la madera como material de construcción, gracias a sus cualidades como aislante térmico natural. Sin embargo, su uso actual no se limita a las técnicas tradicionales, sino que incorpora productos derivados como asilantes de fibras de madera y paneles de contralaminado. La búsqueda de eficiencia energética y sostenibilidad ha estimulado tentativas para construir con otros materiales orgánicos.
Las comarcas leridanas acogen al menos siete casas edificadas con balas de paja construidas a lo largo de las últimas dos décadas, mientras que, la semana pasada, La Escola d’Arquitectura del Vallès presentó un prototipo de casa en Sant Cugat del Vallès construida con tallos de maíz de Miralcamp y de girasoles de Castelló d’Empúries. Investigadores de la Universitat Politécnica de Catalunya van un paso más allá y proponen cultivos destinados a la construcción. Para ello sugieren una variedad de cannabis sin el componente psicoactivo de la marihuana que tiene también otros usos como el téxtil.
Por su parte, el Gobierno andorrano ha recabado el asesoramiento del Institut de Recerca i Tecnologia Agroalimentàries para explorar los usos medicinales del cannabis. La primera biorrefinería experimental de Lleida ha empezado a funcionar el Solsona, donde obtiene ya antioxidantes, ácido acético y otros productos para alimentación y farmacología a partir de restos forestales. El Centre de Ciència i Tecnologia Forestal (CTFC) lidera este proyecto, denominado Life Biorreformed y financiado por la UE.
En los próximos dos años, estudiará si es viable aprovechar desechos de los bosques para obtener nuevos materiales orgánicos e ir más allá de su uso habitual como combustible en forma de leña o pellet. La directora del proyecto, Neus Puy, valoró que el encarecimiento de la energía y las materias primas en el último año hacen crecer las posibilidades de que sea económicamente viable obtener nuevos materiales mediante esta tecnología, en servicio desde hace años. La investigación deberá determinar qué materiales de los bosques locales se adaptan mejor a ella.
Las primeras pruebas se llevan a cabo con restos de pino blanco, aunque también las habrá con alcornoques envejecidos y árboles derribados por vendavales o muertos por plagas. El CTFC colabora también en el proyecto de otra biorrefinería: la que la Universitat de Lleida (UdL) promueve en Balaguer, en el marco un proyecto de especialización territorial (PECT) denominado Imbiofust en el que participa la Diputación. También lo financia la UE y suma más de 4 millones de euros.
Esta instalación, prevista en terrenos cedidos por el ayuntamiento en el polígono industrial Campllong, deberá usar restos vegetales como materias primas con las que elaborar desde plásticos hasta cosméticos.La biorrefinería de Balaguer ha chocado con dificultades que han retrasado más de un año su puesta en marcha. Dos concursos convocados a lo largo de 2021 para adjudicar su construcción quedaron desiertos debido a la fuerte subida de los precios de la construcción, que hizo que las empresas considerasen insuficiente el presupuesto establecido entonces, de 81.706 euros. A la espera de disponer de la instalación en Balaguer, la UdL puso en marcha una provisional en Gardeny.
En ella obtuvo los primeros resultados: refinó ligninas, usadas en bioplásticos; y polifenol, utilizado como conservante natural en cosmética. Sin embargo, resultó dañada en diciembre como consecuencia de una explosión accidental. Los concursos desiertos impidieron cumplir el plazo inicial del proyecto, que debía completarse en diciembre de 2021, pero este y otros PECT han obtenido prórroga hasta final de año al haber sufrido retrasos y complicaciones en plena pandemia.
“Hasta ahora los ganaderos hemos pagado por gestionar las deyecciones de nuestras granjas, ahora podemos darles valor”, explica Jordi Jové, presidente de la asociación de ganaderos Alcarràs Bioproductors. La entidad ha puesto en marcha en la zona de Vallmanya una planta de compostaje que ha empezado a tratar deyecciones y a producir con ellas fertilizante orgánico apto para la agricultura ecológica. El complejo, con capacidad para más de 27.000 toneladas al año, se inaugurará de forma oficial el próximo mes de junio.
Sus promotores han iniciado los trámites ante la Generalitat para establecer en su entorno una superficie de 14 héctáreas para actividades que empleen desechos ganaderos y agrícolas para la producción de biocombustibles y biomateriales, así como proyectos de investigación en esta materia. Otro motivo que les lleva a impulsar la implantación de nuevos tratamientos de las deyecciones es el hecho de constatar que la normativa europea, española y catalana limita cada vez más la aplicación directa de purines en el suelo como fertilizante. La madera recupera prestigio como material de construcción y es una opción cada vez más extendida gracias a sus cualidades como aislante acústico y térmico, que permite ahorrar en climatización.
“Construir en madera es más caro, pero la diferencia se amortiza en unos siete años por la reducción de las facturas de luz y gas”, argumenta el alcalde de Esterri d’Àneu, Pere Ticó, que construye su propia vivienda con este material. “A partir del séptimo año, supone un ahorro neto”, apunta. Entre la alta eficiencia energética del inmueble y la instalación de paneles solares para autoconsumo, espera reducir los recibos hasta pagar entre 700 y mil euros al año en luz y calefacción.
En el pueblo de Taús, en Les Valls d’Aguilar, los propietarios del alojamiento rural Cal Rossa construyen un edificio de madera que destinarán a apartamentos turísticos. Los promotores esperan que su coste de climatización se sitúe por debajo de un euro al año y destacaron la conveniencia de reducirlo tras meses en que los precios de la luz y el gas “se han disparado”. El uso de la madera en la construcción actual no se limita a vigas, tablones y tableros.
Fibras de este material se emplean como material aislante, mientras que las paredes de la futura biorrefinería de Balaguer deberán estar construidas con paneles de madera contralaminada de pino negro desarrollados por el Centre de Ciència i Tecnologia Forestal.Al uso de madera y materiales derivados de ella, se suma una creciente experimentación con otros materiales vegetales, como paja y tallos de maíz y girasol.